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¿Podrían los impuestos verdes ayudar a combatir el cambio climático?

Algunos países ya imponen aranceles a productos de alto consumo energético, pero especialistas creen que también se debe cobrar impuestos al comercio de los combustibles fósiles.

En una vista aérea, se observan las torres de una fábrica de acero en Alemania.
Thyssenkrupp To Soon Announce Annual Financial Results En esta vista aérea de noviembre del 2021 se observa el Thyssenkrupp Steel Europe, que fabrica acero destinado a la industria automotriz, así como a electrodomésticos, materiales de construcción y otra amplia gama de aplicaciones. La empresa se comprometió a hacer que su producción de acero sea neutra en carbono para el 2050, principalmente reemplazando su fundición tradicional a base de coque con hidrógeno producido a partir de energía verde. (Sean Gallup/Getty Images)

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La crisis provocada por el cambio climático continúa avanzando mientras las potencias mundiales se comprometen a disminuir sus emisiones contaminantes. Sin embargo, no se nota un verdadero compromiso, por lo que quizá sean necesarias nuevas medidas para obligar a la disminución de los contaminantes, y una de ellas podría ser los impuestos.

Recientemente, la Unión Europea (UE) anunció que realizará un experimento que ampliará sus políticas climáticas a las importaciones por primera vez, con lo que aplicará un ajuste fronterizo del carbono, cuyo objetivo es igualar las condiciones de los productores nacionales de la UE gravando las importaciones de alto consumo energético.

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Estas importaciones están ejemplificadas por el acero y el cemento, que tienen un alto nivel de emisiones de gases de efecto invernadero pero que no están cubiertas por las políticas climáticas de sus países de origen. Se espera que si el ajuste en frontera funciona como está previsto, podría fomentar la difusión de las políticas climáticas en todo el mundo.

“El ajuste fronterizo del carbono se impone a las importaciones de países que no tienen políticas climáticas similares”, explicó a Metro Mark Finley, becario de Energía y Petróleo Global del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice.

Sin embargo, especialistas en el tema, creen que el plan de la UE, así como la mayoría de los intentos de evaluar el impacto de tales políticas, pasa por alto una importante fuente de flujos de carbono transfronterizos: el comercio de los propios combustibles fósiles.

Un par de especialistas en energía y combustibles de la Universiad de Rice decidieron examinar más de cerca lo que supondría incluir los combustibles fósiles en los ajustes de fronteras de carbono como el propuesto por la Unión Europea.

En un documento recién publicado, los especialistas destacan que uno de los problemas es que los debates actuales sobre los impuestos fronterizos sobre el carbono se centran en el carbono “incorporado”, es decir, el carbono asociado a la producción de un bien; sin embargo dejan de lado el contenido de carbono del comercio de combustibles fósiles, al que se refieren como ‘explícito’.

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Los expertos advierten que al evaluar el impacto de un ajuste fronterizo del carbono basándose únicamente en los flujos de carbono incorporados y no los explícitos, los responsables políticos están pasando por alto una parte importante del carbono total comercializado a través de sus fronteras, en muchos casos, la mayor parte.

Así, el análisis sugiere que, si se incluyeran los combustibles fósiles en los ajustes o impuestos fronterizos de carbono, podría cambiar el estatus de grandes potencias de exportadores de carbono a importadores.

“Nuestro análisis sugiere que, al incluir los flujos explícitos de carbono, Estados Unidos, la UE y China serían todos importadores netos de carbono”, concluyen los expertos.

3 PREGUNTAS A... Mark Finley
Investigador de Energía y Petróleo Global, Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice
Foto de rostro de Mark Finley, quien posa vestido con gabán mirando directo a la cámara.
Mark Finley Mark Finley, investigador de energía y petróleo global, del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice. (Suministrada)

¿Cuál es el principal objetivo del ajuste en la frontera del carbono? ¿Cree que esta política puede dar resultados?

–Los ajustes fronterizos de carbono son políticas comerciales diseñadas para evitar la “fuga de carbono”, fenómeno por el que los fabricantes trasladan su producción a otros países para eludir la normativa medioambiental. La idea es imponer un “impuesto” sobre el carbono a las importaciones que sea proporcional a los costes a los que se enfrentan las empresas nacionales en relación con la política climática de un país. El ajuste fronterizo del carbono se impone a las importaciones procedentes de países que no tienen políticas climáticas similares. Además, los países pueden conceder rebajas a las exportaciones para garantizar que los fabricantes nacionales sigan siendo competitivos en el mercado mundial. Si el ajuste fronterizo funciona como está previsto, podría fomentar la difusión de las políticas climáticas en todo el mundo.

¿Por qué se pasa por alto el comercio de los propios combustibles fósiles en este tipo de impuesto fronterizo sobre el carbono?

–La respuesta sencilla que se desprende de este análisis es que China ha aumentado su capacidad de fabricación a costa de sus competidores en Europa y Estados Unidos. Pero un ajuste fronterizo verdaderamente completo debería tener en cuenta todos los flujos de carbono transfronterizos, y observamos que los principales análisis pasan por alto una importante fuente de flujos de carbono transfronterizos: el comercio de los propios combustibles fósiles. Lamentablemente, no podemos decir por qué no se han incluido los combustibles fósiles en el análisis original.

¿Qué pasaría si esos impuestos incluyeran el comercio de los propios combustibles fósiles?

–Es importante señalar que todo este debate es hipotético porque, a día de hoy, solo la UE ha propuesto un ajuste fronterizo (parcial) y aún no ha entrado en vigor. Pero nuestro análisis revela que China y la UE son importadores netos de combustibles fósiles y, por tanto, del carbono asociado a esas formas de energía. En cambio, Estados Unidos, en gran parte gracias a la revolución del esquisto, se ha convertido en un pequeño exportador neto de combustibles fósiles (y de su correspondiente CO2). Lo que esto significa es que un ajuste global en las fronteras ayudaría a los fabricantes europeos y a los productores de energía europeos (porque la UE es un importador neto tanto de CO2 “incorporado” como directo). Por el contrario, tales medidas podrían amenazar la competitividad de los fabricantes chinos pero ayudarían a los productores de energía de China (porque China es un exportador neto de carbono “incorporado” pero un gran importador de combustibles fósiles/CO2 directo). Y, por último, estas medidas podrían mejorar la competitividad de los fabricantes estadounidenses, pero amenazarían la competitividad de los productores de energía fósil de Estados Unidos (porque Estados Unidos es un importador neto de carbono “incorporado” pero un pequeño exportador neto de combustibles fósiles/CO2 directo).

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