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Tribus de India buscan reconocimiento oficial a su religión

Mujeres tribales vestidas con saris coloridos efectúan una danza indígena mientras siguen a feligreses hasta una arboleda sagrada donde se cree vive la diosa del poblado, el 21 de octubre de 2022, en Guduta, una localidad del estado de Odisha, en la Ind AP (Altaf Qadri/AP)

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GUDUTA, India (AP) — El ritual comenzó con un estruendoso redoble de tambores de cuero y su clamor resonó en todo el pueblo. Mujeres vestidas con saris de colores vibrantes realizaron una danza folclórica indígena, zapateando y moviendo los pies a su ritmo galopante.

En el clímax, 12 fieles —que practican con orgullo una fe no reconocida oficialmente por el gobierno— salieron de una casa de barro y marcharon hacia una arboleda sagrada donde se cree que vive la diosa del pueblo. Encabezados por Gasia Maranda, el jefe tribal, portaban tótems religiosos, entre ellos un cántaro de barro, un arco y una flecha, una canasta para separar el grano y un hacha de sacrificio.

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Maranda y otros en Guduta —una aldea tribal remota en el estado de Odisha, en el este de la India, ubicada en un paisaje boscoso que parece infinito_, son “adivasis”, miembros de tribus indígenas que se adhieren a la Sarna dharma (o “religión Sarna”). Es un sistema de creencias que comparte hilos comunes con muchas religiones antiguas del mundo que veneran a la naturaleza.

En ese día dentro de la arboleda, los fieles mostraron su veneración por el mundo natural, haciendo círculos alrededor de un árbol sal y tres piedras sagradas, una para cada uno de los espíritus malévolos que ellos creen que necesitan complacer. Se arrodillaron mientras Maranda untaba las piedras con una pasta bermellón, se inclinaba ante el árbol sagrado y depositaba hojas frescas cubiertas con una pasta de estiércol de vaca.

“Nuestros dioses están en todas partes. Vemos más en la naturaleza que otros”, dijo Maranda, mientras guiaba a los hombres de regreso a sus hogares.

Pero el gobierno no reconoce legalmente su fe, un hecho que se convierte cada vez más en un punto en común con el fin de generar un cambio para algunos de los aproximadamente cinco millones de indígenas del país que siguen la Sarna dharma. Dicen que su reconocimiento formal ayudaría a preservar su cultura e historia luego de la lenta erosión de los derechos de las tribus indígenas en la India.

A los ciudadanos sólo se les permite alinearse con una de las seis religiones de la India reconocidas oficialmente: hinduismo, budismo, cristianismo, islamismo, jainismo y sijismo. Si bien pueden seleccionar la categoría “Otras”, muchos veneradores de la naturaleza se han sentido obligados por el sistema de afiliación religiosa del país a vincularse con una de las seis religiones nombradas.

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Los grupos tribales han realizado protestas en respaldo de que se le dé a la Sarna dharma el estatus de religión oficial en el período previo al próximo censo nacional, en el que los ciudadanos declaran su afiliación religiosa.

Las protestas han cobrado impulso después de la reciente elección de Drupadi Murmu, la primera mujer tribal en ocupar el cargo de presidenta de la India, lo que incrementa las esperanzas de que su victoria histórica atraerá la atención a las necesidades de la población indígena del país, que es de unos 110 millones de personas según el censo nacional. Están dispersas a lo largo de varios estados y fragmentadas en cientos de clanes, con diferentes leyendas, idiomas y palabras para sus dioses. Muchos, pero no todos, siguen la Sarna dharma.

Salkhan Murmu, un exlegislador y activista comunitario que también se adhiere a la Sarna dharma, está en el centro de las protestas que exigen que el gobierno reconozca su religión. Sus protestas en varios estados indios han atraído a multitudes de miles.

Durante una protesta reciente en Ranchi, la capital del estado oriental de Jharkhand, hombres y mujeres se sentaron con las piernas cruzadas en una carretera y bloquearon el tráfico mientras Murmu hablaba desde un escenario cercano. Vestido con una túnica y pantalones tradicionales de algodón, Murmu explicó cómo la ansiedad por perder su identidad religiosa y su cultura están impulsando la exigencia de reconocimiento formal.

“Esta es una lucha por nuestra identidad”, dijo Murmu a la multitud, que sostuvo los puños en alto y gritó: “¡Victoria para la Sarna dharma!”. Un aplauso estruendoso inundó el lugar.

Murmu también lleva su campaña de reconocimiento religioso más allá de los centros de las ciudades hasta el interior de aldeas tribales remotas. Su mensaje: si la Sarna dharma desaparece, uno de los últimos vínculos del país con sus primeros habitantes se irá con ella. Es un argumento convincente evidenciado por el creciente número de miembros tribales que se unen para seguir a Murmu y que ayudan a impulsar la lenta transformación de la campaña en un movimiento social.

“Si el gobierno no reconoce nuestra religión, creo que desapareceremos”, dijo Murmu mientras un grupo de aldeanos se apiñaba a su alrededor en la aldea Angarpada de Odisha. “En el momento en que ingresemos a cualquier otra religión por la fuerza, por presión o por gratificación, perderemos toda nuestra historia, nuestra forma de vida”.

Las labores de Murmu son sólo el impulso más actual para obtener el reconocimiento oficial.

En 2011, una agencia gubernamental para las tribus indígenas solicitó al gobierno federal que incluyera a la Sarna dharma como otro código religioso en el censo de ese año. En 2020, el estado de Jharkhand, donde los miembros de las tribus representan a casi el 27% de la población, aprobó una resolución con un objetivo similar.

El gobierno federal no respondió a ninguna de las solicitudes.

Un argumento para otorgar el reconocimiento oficial a la Sarna dharma es la gran cantidad de veneradores de la naturaleza en la India, dijo Karma Oraon, un antropólogo que fue maestro en la Universidad de Ranchi y ha estudiado la vida de las tribus indígenas durante décadas.

El censo nacional de 2011 muestra que los seguidores de la Sarna dharma en la India superan en número a los jainistas, que son oficialmente el sexto grupo religioso más grande del país. Los hindúes son el número 1, y constituyen casi el 80% de los 1.400 millones de habitantes de la India.

Más de la mitad —un número cercano a los 4,9 millones— de quienes seleccionaron la opción “Otras” en el apartado “religión” en el censo nacional de 2011 dijeron también ser seguidores de la Sarna dharma. En comparación, la población jainista de la India es de un poco más de 4,5 millones de personas.

“Nuestra población es mayor que los creyentes registrados que siguen el jainismo. ¿Por qué entonces nuestra fe no puede ser reconocida como otra religión?”, planteó Oraon.

Hace décadas había más opciones para las tribus indígenas.

El censo, iniciado en 1871 bajo el dominio británico, alguna vez permitió seleccionar “animistas”, “aborígenes” y “tribus”. Esas categorías fueron eliminadas en 1951 cuando se realizó el primer censo en la India independiente.

Cierta esperanza de otorgar estatus oficial a la Sarna dharma podría detener las diversas amenazas existenciales a la fe.

El entorno natural está vinculado integralmente a la identidad de los fieles, pero los bosques ancestrales que desaparecen rápidamente y la invasión de las empresas mineras ha llevado a muchos a abandonar las aldeas tribales, lo que crea una desconexión generacional entre los seguidores, dijo Oraon. Además, muchos de generaciones más jóvenes abandonan sus costumbres religiosas centenarias por la vida urbana.

“Estamos atravesando una crisis de identidad”, señaló Oraon.

Sus preocupaciones han aumentado después de que grupos nacionalistas hindúes, incluido el partido gobernante del primer ministro Narendra Modi, han tratado de atraer a los veneradores de la naturaleza a la religión hindú. Están motivados por potenciales victorias electorales, pero también quieren reforzar su agenda de transformar a una India secular en un estado distintivamente hindú.

Estos intentos se derivan de una creencia arraigada de que las tribus indígenas de la India son originalmente hindúes, pero los seguidores de la Sarna dharma dicen que su fe es diferente de las monoteístas y politeístas.

La Sarna dharma no tiene templos ni escrituras. Sus adherentes no creen en el cielo ni en el infierno y no tienen imágenes de dioses y diosas. A diferencia del hinduismo, no existe un sistema de castas ni una creencia en la reencarnación.

“Los miembros de la tribu podrían compartir algunos lazos culturales con los hindúes, pero no nos hemos asimilado a su religión”, dijo Oraon.

La adopción gradual de los valores hindúes y cristianos por parte de algunos grupos tribales indígenas ha exacerbado sus preocupaciones.

A fines del siglo XIX, muchos miembros de tribus en Jharkhand, Odisha y otros estados renunciaron al culto a la naturaleza y se convirtieron al cristianismo, algunos voluntariamente y otros persuadidos por dinero, comida y educación gratuita. Grupos hindúes y musulmanes también alentaron la conversión, lo que ha reducido aún más el número de veneradores de la naturaleza.

En algunos casos, hubo resistencia a las conversiones, dijo Bandhan Tigga, líder religioso de la Sarna dharma. Cuando aparecían grupos hindúes, algunos miembros de la tribu sacrificaban vacas, un animal sagrado para los hindúes. También sacrificaban cerdos —considerados impuros en el islam— cuando llegaban los misioneros musulmanes.

“En cada caso, las mujeres se untaron la frente con grasa de cerdo o de vaca para que ningún hombre hindú o musulmán pudiera casarse con ellas”, dijo Tigga, quien vestía una especie de toalla de algodón con franjas blancas y rojas alrededor del cuello, un diseño que también representa la bandera de la Sarna dharma que ondea sobre su casa en Murma, un pueblo en Jharkhand.

La mayoría de los misioneros cristianos encuentran resistencia en estos días, pero las conversiones aún pueden ocurrir, dijo Tigga, quien viaja a partes remotas del este de la India para persuadir a los conversos a que regresen a su antigua fe.

Para Sukhram Munda, un hombre de más de 80 años, ya se ha perdido mucho.

Es bisnieto de Birsa Munda, un líder indígena carismático del siglo XIX que encabezó a su comunidad rodeada de bosques en una revuelta contra los colonialistas británicos. La leyenda de Munda creció después de su muerte y aparecieron estatuas de bronce de él en casi todas las aldeas tribales del estado. Pronto, un hombre que veneraba a la naturaleza era venerado por su propia gente.

Pero la religión de Munda apenas sobrevivió a la avalancha de conversiones en Ulihatu, su pueblo ancestral en Jharkhand. La mitad de sus descendientes se convirtieron al cristianismo, dijo Sukhram. Ahora, lo primero que ven los que visitan Ulihatu es una iglesia, un gran edificio blanco que se destaca contra el verde de los bosques circundantes.

“Esta solía ser la aldea donde venerábamos a la naturaleza”, dijo Sukhram. “Ahora, la mitad de la gente ni siquiera recuerda la religión que seguían sus antepasados”.

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La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.

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