Del Centro de Periodismo Investigativo
En el barrio Bauta Abajo en Orocovis no se ven cables del tendido eléctrico ni postes en el suelo. Pero a 12 días del azote del huracán Fiona, que produjo inundaciones devastadoras en el suroeste de Puerto Rico, las 1,308 personas que residen en este barrio batallan contra el ciclón del aislamiento y la falta de energía.
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Son las dos menos cinco de la tarde del primer sábado de octubre y el ruido de una pequeña planta eléctrica de 2,000 vatios obliga a doña Plácedes Virgen Collazo Colón a levantar la voz. Tiene 71 años, es paciente de obesidad mórbida y llama a su esposo para que la ayude a coger un pequeño envase donde están sus medicinas. El movimiento, en teoría, es fácil. Un giro corto hacia su lado derecho, donde está la pequeña mesa de madera. Pero doña Plácedes lucha con un dolor intenso y constante en su cuerpo. Sus piernas hinchadas ya casi no la sostienen y, en medio de la falta de agua y luz, las llagas en su piel se han multiplicado por la falta de atención médica.
La orocoveña apenas puede moverse del sillón eléctrico donde está recostada en medio de la sala. Gracias a la pequeña planta eléctrica que está en el balcón de la residencia ajusta su postura cuando se cansa. Ella agota las horas envueltas en sábanas en el sillón, desde las cinco de la mañana hasta que cae la noche. No puede trasladarse a otro lugar de la casa sin el apoyo de una o varias personas. Ya se ha caído varias veces en el intento.
“Me ayuda la familia”, dice Plácedes, quien es sorda del oído izquierdo. “Pero es fuerte [la situación]. Y se ha puesto peor. Cada día es peor, porque no hay luz y dependo de eso”.
Hasta hace unos días, venía un ama de llaves para ayudarla, pero no ha regresado desde que no hay energía eléctrica ni agua potable.
“Ella venía, me ayudaba. Pero no vino más”, menciona Plácedes.
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Bauta Abajo es el más grande de los 17 barrios de Orocovis y la edad mediana de sus residentes es de 53 años, una de las más altas de este municipio. El 61% de las familias de aquí vive bajo el nivel de pobreza y la mediana de ingreso anual por familia es de $11,536. Ese número está por debajo de la mediana de ingreso anual por familia de Orocovis, que es $16,511, y que como municipio está muy por debajo de la mediana de Puerto Rico, que es de $24,979.
Este es uno de los ocho barrios de este municipio que se mantiene con cero por ciento de servicio de energía eléctrica, según la administración municipal. A 12 días del paso del huracán Fiona, solo 9,445 habitantes de los 20,982 de Orocovis tenían energía eléctrica en sus hogares, indicó el alcalde Jesús Colón Berlingeri en una carta enviada al presidente de Luma Energy, Wayne Stensby, y al director ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica, Josué Colón.
“Mantener a 11,537 orocoveños sin servicio de energía eléctrica a 12 días del paso del huracán Fiona, es insostenible y los coloca en una situación precaria y sumamente vulnerable, siendo en su mayoría personas de escasos recursos, muchas de ellas personas mayores o con condiciones de salud delicadas”, dice la misiva con fecha del 30 de septiembre.
En expresiones escritas, Colón Berlingeri volvió a reaccionar a 19 días del paso de Fiona ante la desconexión total del servicio que mantiene LUMA en tres barrios de su municipio, incluído Bauta Abajo.
“Dicen que están [las brigadas], pero no se ven”, dijo el ejecutivo municipal. El veterano alcalde novoprogresista destacó que la comunicación de la empresa con él ha sido “pésima”.
Malograda recuperación
Según el Protocolo de Restablecimiento del Plan de Respuesta de Emergencia de 2022 de LUMA Energy, (ERP, en inglés) esa empresa encargada de la transmisión y distribución de la red energética, debía mantener informado al Negociado de Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (NMEAD) de su trabajo para la recuperación del servicio eléctrico.
Asimismo, el documento dice que LUMA debía dar “información en tiempo real cada hora a los clientes de acuerdo con las métricas de apagones importantes”. Esa información a la clientela sería ofrecida por medio de su página electrónica, su aplicación telefónica, las redes sociales, los medios de comunicación y en el mapa para reportar interrupciones que se supone se mantenga activo en la página web de LUMA.
Aunque el ERP sostiene que ese mapa debe reflejar por región o ciudad los clientes atendidos y afectados, la realidad es que no estuvo ni está en funcionamiento. En su lugar hay un mensaje hace 19 días en la página web de LUMA que dice que “las condiciones del tiempo actuales son extremadamente peligrosas y están dificultando nuestra capacidad de evaluar la situación por completo”. Solo hay un mapa genérico en su página que da datos generales sobre las regiones, no por pueblo ni sector.
El Centro de Periodismo Investigativo (CPI) solicitó al comisionado interino del NMEAD, Nino Correa, que confirmara si LUMA cumplió con darle actualizaciones detalladas diarias por sectores y barrios según restablecía el servicio en los municipios y la cantidad de clientes en esas áreas. También le cuestionó si la empresa le informó diariamente los lugares exactos donde estaban sus brigadas, cantidad de brigadas, número de trabajadores por brigadas y lugares asignados a cada brigada.
El NMEAD no contestó la pregunta, reiterada durante dos días. El Negociado tampoco suministró al CPI, como se le requirió, algún documento que acredite el detalle de las actualizaciones de trabajos y recuperación que hizo LUMA, si es que las hizo. LUMA tampoco proveyó respuesta a las mismas preguntas.
El ERP 2022 también dice que LUMA debe dar actualizaciones a los manejadores de emergencia o a la persona designada por el gobierno municipal para proporcionarles “información detallada relacionada con las condiciones de emergencia y el desempeño de la restauración para cada municipio afectado”.
El presidente de la Federación de Alcaldes, Gabriel Hernández Rodríguez, y el de la Asociación de Alcaldes, Luis Javier Hernández Ortiz, afirmaron que LUMA incumplió con esa parte del ERP.
“Nosotros le trajimos esa situación a la alta gerencia de LUMA Energy, cuando hicimos una reunión por Zoom tres o cuatro días después de que pasó el huracán, en la que participó la secretaria de la Gobernación [Noelia García]”, mencionó el presidente de los alcaldes del Partido Nuevo Progresista.
Hernández Rodríguez, quien es alcalde de Camuy, dijo que, incluso, antes del huracán en una reunión en su pueblo, el presidente de Luma, Wayne Stensby, se comprometió a que, en situaciones de emergencia, designaría a una persona contacto de la empresa para cada municipio. Lo mismo dijo Hernández Rodríguez, ejecutivo municipal de Villalba.
“Se comprometieron a que iba a haber una persona en cada uno de los COE municipales para asistir y darnos esa información”, afirmó el líder de los alcaldes asociados. “Esta gente de LUMA se colgaron en la respuesta”.
El alcalde camuyano dijo que, aunque el ofrecimiento se lo hizo personalmente el presidente de LUMA, no pretende que haya una designación de una persona por cada municipio sino un contacto de LUMA que atienda a cierta cantidad de municipios cercanos, los visite durante la emergencia y se mantenga ofreciendo información y recogiendo datos de los alcaldes o los directores municipales de manejo de emergencias.
“La alta gerencia de LUMA tiene que mejorar en la comunicación con los municipios y con los alcaldes”, expresó Hernández Rodríguez. “Los alcaldes no tenemos que estar mendigando que nos digan dónde están las brigadas, cuál va a ser el plan, porque, al final del día, la idiosincrasia del puertorriqueño es que siempre va a recurrir al alcalde o la alcaldesa y eso con LUMA ha sido bien cuesta arriba”, agregó.
El presidente de la Federación insistió en que “desde un escritorio en San Juan quieren determinar lo que es urgente y lo que es de primera necesidad en energizarse y eso, a veces, no es necesariamente lo que tiene el municipio como prioridad”.
En entrevista separada, el alcalde de Villalba dijo que “se canalizan los servicios básicos con los alcaldes y alcaldesas porque en una emergencia somos los comandantes incidentales de la situación. Estamos en la calle y sabemos exactamente qué áreas hay que energizar y qué áreas no son prioritarias”. No obstante, lamentó que la compañía haya optado “por ponerse a la defensiva” con los alcaldes.
Hernández Ortiz dijo que, como presidente de la Asociación de Alcaldes, solicitará una investigación para que se establezca si LUMA cumplió no solo con su plan de emergencia sino con el del Estado, incluyendo información detallada del número de brigadas que activó y la cantidad de empleados por brigada.
Jalda Power
La falta de información confiable de parte de LUMA ha enfurecido a varios alcaldes como el de Peñuelas, Gregory Gonsález Souchet, quien realizó una protesta frente a la oficina regional de LUMA en Yauco.
En tanto, los vecinos de Villa Blanca en Caguas colocaron en las redes sociales fotos que mostraban momentos en que salieron a las calles en protesta y para forzar a los camiones conducidos por empleados de LUMA a llegar hasta su comunidad. Residentes de Aguas Buenas se cansaron de esperar porque la compañía a la que le pagan el servicio eléctrico se lo restableciera.
En una calle del barrio Sonadora de Aguas Buenas, tomó ocho días el restablecimiento del servicio eléctrico tras el paso del huracán Fiona, pero solo un minuto para que el área quedara nuevamente a oscuras.
El lunes 26 de septiembre, personal del consorcio LUMA Energy llegó hasta este sector rural, y aunque realizaron las labores que permitieron el retorno de la luz a la comunidad, en el área de los postes del kilómetro 0.0 de la carretera 792, los cables fueron dejados en el suelo. El encendido causó un fuego, y en un abrir y cerrar de ojos, una parte de la colindancia entre los barrios Sonadora y Jagüeyes se quedó otra vez sin el servicio esencial.
“Esa gente [LUMA] por poco nos mata”, declaró al CPI un vecino del área que prefirió mantenerse en el anonimato.
La acción de LUMA llevó a los vecinos a radicar una querella de emergencia en la página de la empresa. Personal del consorcio llegó el día después, pero no manejaron adecuadamente el problema de los cables sueltos. Solo los enrollaron como una trenza alrededor de un poste y se marcharon. La calle y sus residencias permanecieron sin el servicio eléctrico.
“Lo que hicieron fue hincar la trenza en un poste, le pusieron tape [cinta adhesiva] y se fueron. Yo todos los días llamaba y llamaba, hasta que ya entendí el mensaje”, dijo al CPI el residente Rafael Espasas. La impresión de este vecino de Sonadora es que no importaba si se quedaba una calle en el barrio sin luz, probablemente LUMA informaría que el barrio ya estaba reconectado y, en su opinión, eso sería lo que aparecería en las estadísticas de lugares energizados.
Ante la resignación de creer que LUMA no regresaría a su comunidad, los vecinos hicieron una recolecta entre 10 familias y al final juntaron $1,000 entre todas. De esta cantidad, $600 fueron para la compra de materiales y $400 para pagarle a un celador independiente conocido por residentes del barrio.
Los trabajos se hicieron en la tarde del viernes 30 de septiembre. En cuestión de tres horas de haberse iniciado los trabajos, la luz se restableció en ese “bolsillo” del barrio Sonadora de Aguas Buenas.
“Al mediodía estaban comprando las piezas. El celador vino con un asistente. Limpiaron e hicieron desganche. La luz nos llegó como a las 4:15 pm”, narró Espasas.
El residente explicó que desde los días posteriores al huracán María en el 2017, se comunicó con personal de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) para que despejaran el área e hicieran desganche de las ramas adheridas a cables y postes de electricidad. Sin embargo, ni la AEE, ni LUMA atendieron su reclamo.
En tan solo tres horas, el celador independiente contratado por la comunidad, no sólo restableció el servicio eléctrico, sino que también hizo una parte del desganche que debió atenderse luego del huracán María.
Los vecinos de la calle no informaron quién fue el celador que trabajó en su comunidad ese día. Solo se limitaron a llamar su servicio de manera jocosa como “Jalda Power”.
“Ojalá que otras comunidades hagan lo mismo. En estos campos acá, somos muchos [sin luz]. Yo me siento feliz porque cuento con luz sin LUMA; no fue gracias a ellos”, puntualizó Espasas.
Cuatro días después, este sector de Sonadora quedó nuevamente sin luz y no fue hasta este jueves que regresó el servicio eléctrico.
Fiona llegó el 18 de septiembre cruzando la punta suroeste de Puerto Rico como un huracán categoría uno. Dejó entre 20 y 30 pulgadas de lluvia en algunos municipios del sur e interior, según los datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos. Pasado el huracán, la mayoría de la población quedó sin energía eléctrica y con problemas en la distribución de combustible por razones que todavía el Gobierno de Puerto Rico no ha podido explicar satisfactoriamente. La falta de energía generó una cadena de problemas en otros servicios esenciales como el agua potable y el funcionamiento de los hospitales.
Esa realidad contrasta con la promesa que al inicio de la temporada de huracanes hizo el gobernador Pedro Pierluisi en una conferencia de prensa el 26 de mayo de 2022, luego de una reunión con su gabinete y la alta jerarquía de LUMA Energy, encargada de la transmisión y distribución de la red energética.
“Como Gobierno, nos estamos asegurando que todos los componentes de respuesta estén listos para mitigar de manera efectiva y rápida cualquier situación de emergencia. Nuestro pueblo sufrió demasiado con los embates de los huracanes Irma y María, y exige del Gobierno que esté listo y que su respuesta sea inmediata y efectiva”, dijo el primer ejecutivo al País ese día.
Cinco meses después, el 17 de septiembre, cuando Pierluisi informaba sobre los preparativos ante la inminencia del paso de Fiona, el servicio de energía eléctrica se interrumpió en el Centro de Operaciones de Emergencias (COE) desde donde hablaba. Más allá de lo vergonzoso del momento, fue también un anticipo del apagón general del día siguiente y de la incapacidad de LUMA de restablecer el servicio en decenas de comunidades casi tres semanas después.
Difícil para la gente del campo hallar el combustible
En Orocovis, el esposo de Plácedes, Jorge Luis Meléndez Mercado, es quien la acompaña la mayor parte del tiempo. Tiene 81 años y es paciente de cáncer. Acaba de subir de su finca bañado en sudor.
“La planta [eléctrica] se llena y nos da para un día. Pero para buscar la gasolina es un problema muy grande”, asegura este agricultor al explicar que Bauta Abajo, que está a casi 40 minutos en carro de la plaza pública de Orocovis, quedó prácticamente sin acceso por los derrumbes de tierra que produjeron los fuertes aguaceros de Fiona.
Salir a buscar gasolina, e incluso comida, es un problema en este barrio, donde en estos días nadie ha visto una brigada de LUMA Energy trabajando en sus calles y caminos, aseveran los vecinos.
Además, dos de las carreteras principales de Orocovis colapsaron por las lluvias de Fiona. Todavía continúan los trabajos del municipio en las carreteras PR-590 y PR-143, vías que, en condiciones normales, evitarían que el hermano de doña Plácedes, José Collazo, quien ayuda a la pareja, se demore, por lo menos, tres horas en busca de gasolina fuera de Orocovis.
“Tuve que salir del pueblo, porque no había gasolina aquí. Y a eso hay que sumarle que se gasta dinero. Yo también soy paciente de cáncer y es durísimo. La vuelta es descomunal, porque no hay paso”, destaca José, quien se mueve hasta la casa de su hermana para ayudarla porque la falta de energía eléctrica y los derrumbes complicaron la situación al punto que doña Plácedes pasó varios días sin sus medicamentos.
“Sin luz me muevo mucho menos. Casi no me muevo. Estoy aquí sentada mucho tiempo”, puntualiza doña Plácedes.
La falta de energía eléctrica dejó sin servicio de agua potable a los residentes de Bauta Abajo hasta que el gobierno municipal les suplió un generador eléctrico para poner el sistema a operar. La mano de obra la pusieron los vecinos y empleados municipales.
El presidente del acueducto comunitario del barrio, Francisco Alvarado, vive cerca de doña Plácedes y don Jorge Luis, y recuerda los momentos de tensión que vivió su familia cuando en medio de las fuertes lluvias se percataron que el tanque de oxígeno de su suegra Tomasa Rivera Ocasio, de 81 años, se agotaba. Está encamada en uno de los cuartos de la residencia, porque unas semanas antes del azote del huracán sufrió un infarto que le impidió volver a caminar.
“Casi no llegamos [de vuelta a la casa]. Unos minutos después que subimos, se fue la carretera de abajo. Eso fue una carrera contra el tiempo”, relató don Francisco, recordando la misión.
Desde su cama de posiciones, que también depende de energía eléctrica, doña Tomasa se ríe mientras escucha el relato de su yerno. Dice que la suertuda es ella por contar con él y el resto de sus familiares que la cuidan aún en momentos complicados.
En este mismo barrio está la casa de Caelly Torres López. Reside aquí con su hija de cinco años. Cuando llega la noche, en medio de la inmensa oscuridad de este campo, casi no se puede observar que la residencia está al borde del derrumbe.
“Casi lo pierden todo”, es lo primero que dice su suegra Luz Ortiz Rodríguez. “Y se les metió el agua dentro de la casa. Se filtraba por el techo y salía agua hasta por los receptáculos”.
Ahora madre e hija pasan los días en el mismo cuarto porque la nena perdió su cama. Duermen juntas y se alumbran con un par de velas que reposan en el gavetero.
“Es mi casita. Nuestra casita. Tanto sacrificio…”, lamenta Caelly, quien llora cuando explica por qué se quedan en la casa. Parada frente al espejo de la coqueta, donde reposa una biblia abierta, esta mamá de 28 años de edad comenta “estoy sin luz, sin agua y no me quiero quedar sin mi casa también. Eso es lo que yo le pido a Dios”.