El Municipio de Arecibo, su alcalde Carlos ‘Tito’ Ramírez Irizarry, el obispo Mons. Álvaro Corrada del Río, junto a un grupo de arecibeños, visitantes y grupo Recreadores de Historia de Puerto Rico, conmemoraron hoy los 320 años de la batalla del Capitán Correa, quien junto a un grupo de parroquianos, repelieron el ataque inglés del 5 de abril de 1702.
Se celebró una Misa en la mañana, y en la tarde, se realizó un lucido acto del Grupo Recreadores de la Historia, luciendo vestimenta, armas y artículos de la época. Realizaron un acto en el sector La Puntilla del centro urbano, como un esfuerzo educativo para la comunidad.
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Don Antonio de los Reyes Correa fue un militar y héroe puertorriqueño, nacido en Arecibo en 1677 y fallecido el 9 de junio de 1758. Se hizo célebre por la defensa de su localidad natal frente a un ataque inglés el 5 de agosto de 1702, hecho por el que dicha población pasó a conocerse también como Villa del Capitán Correa. En el momento de su hazaña, Correa era sargento del Ejército Español, estaba casado y tenía cinco hijos.
El alcalde Ramírez Irizarry señaló que “fue el 5 de agosto de 1702 cuando dos buques de guerra ingleses, al mando del almirante Whelton, llegaron frente a la costa de Arecibo dispuestos a desembarcar y apoderarse de Puerto Rico, pues nuestra isla que constituía un objetivo ansiado de Inglaterra en sus continuas guerras contra España por el control de las rutas marítimas del continente americano. Al ser jefe de la guarnición de la ciudad, Correa reunió a todos los soldados y milicianos que pudo, escasos en número y mal equipados, pero con firmeza se enfrentó a las tropas invasoras, superiores en todos los aspectos, y ganó la batalla, con la retirada de los ingleses”.
De hecho, el historiador Don Salvador Brau señala en sus publicaciones, que Correa tenía tan sólo once hombres armados de machetes, cuchillos y lanzas. Sin embargo, y mediante una hábil estrategia, les hizo creer a los ingleses que huían, cuando en realidad se ocultaron entre la maleza, para lanzar, un furioso ataque que tomó por sorpresa a los ingleses, quienes se retiraron en desbandada, ocasionándoles numerosas bajas en la huida, treinta y dos, según, incluido su propio comandante, muerto a manos del propio Correa. Por su parte, los milicianos puertorriqueños sólo tuvieron un muerto, Pedro de Alejandría, uno de los que más se distinguió en el combate.
La noticia de la gesta de Arecibo llegó a oídos del rey de España, Felipe V, ascendió a Correa al grado de Capitán del Ejército Español y le concedió la medalla de la Real Efigie. En recuerdo a su hazaña, en 1778 se concedió oficialmente a Arecibo el nombre de Villa del Capitán Correa y posteriormente se le erigió un busto cerca de la desembocadura del Río Grande de Arecibo.
Durante la homilía, Mons. Corrada del Río, insistió en el valor de la fe, a la luz de la Carta a los Hebreos, donde se destaca que “la fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera y de conocer las realidades que no se ven. Por ella fueron alabados nuestros mayores”. Las actividades comenzaron el pasado viernes, con la apertura de la exposición de Arte de Samuel García, en la Casa Ulanga. El sábado se realizó el Conversatorio: Capitán Correa: Lealtad y heroísmo, en el Museo Casa Trina de Sanz.