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Niña se manchó con sangre de su mejor amiga: Dramáticos relatos de niños que sobrevivieron a masacre en escuela de Texas

Samuel Salinas y Miah Cerrillo se escondieron debajo de los cuerpos de sus compañeros para simular que estaban muertos.

Miah Cerrillo se manchó con sangre de su mejor amiga para que el tirador pensara que estaba muerta. (Captura de pantalla Telemundo.)

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Unos dramáticos relatos de niños que sobrevivieron el pasado martes a la matanza en la escuela primaria Robb en Uvalde, Texas, fueron publicados en varios medios de Estados Unidos.

Samuel Salinas, de 10 años, contó en entrevista con ABC News que: “Me hice el muerto para que no me disparara”. Este añadió que muchos otros niños hicieron lo mismo. “Había mucha sangre en el suelo... y había niños... llenos de sangre”.

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Los sobrevivientes contaron que Salvador Ramos, de 18 años, entró al salón de cuarto grado, armado, cerró la puerta y les dijo “van a morir todos”.

Salinas era estudiante de Irma García, maestra que murió baleada y su esposo, Joe García, falleció ayer, jueves, tras un ataque al corazón.

El niño narró, además, que Ramos “disparó a la profesora y luego disparó a los niños”.

En una ocasión el niño pensó que el tirador le estaba apuntando, pero había una silla entre él y el asesino. Esto provocó que la bala impactara la silla y el menor resultara ileso.

Por otra parte, Miah Cerrillo, de 11 años, contó un desgarrador relato ya que para salir viva de la matanza, se manchó con la sangre de su mejor amiga para que el tirador pensara que estaba muerta.

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Todas las víctimas mortales de Ramos se encontraban en la misma clase de cuarto grado.

Cerrillo fue hallada bañada en sangre, salpicada con fragmentos de huesos y con los ojos abiertos. Su padre la vio y entró en pánico, la metieron en autobús y la transportaron a un hospital, donde al limpiarle la sangre, se dieron cuenta que ninguna bala había entrado en su cuerpo.

La abuela de Amerie Joe Garza, mejor amiga de Cerrillo, manifestó a The Daily Beast que su nieta sacó su teléfono móvil y llamó al 9-1-1. “En lugar de quitárselo y romperlo, le disparó”.

“Su mejor amiga estaba sentada a su lado y la salpicó toda de sangre”.

Aproximadamente, el asesino estuvo en el salón por espacio de 45 minutos por lo que Salinas y Cerrillo, quien se escondieron debajo de los cadáveres de sus compañeros, lo vieron ejecutar a todas sus víctimas.

19 niños y dos maestras fueron asesinadas.

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