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Té y avisos: Norcorea combate COVID con pocas herramientas

ARCHIVO - En esta imagen proporcionada por el gobierno norcoreano, el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, en el centro, visita una farmacia en Pyongyang, Corea del norte, el 15 de mayo de 2022. (Agencia Central de Noticias de Corea/Servicio de Notici (朝鮮通信社/AP)

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SEÚL, Corea del Sur (AP) — En una reciente visita nocturna a una farmacia, Kim Jong Un, con doble mascarilla, lamentó la lenta entrega de medicamentos. Por otro lado, los subalternos del líder norcoreano han puesto en cuarentena a cientos de miles de posibles pacientes de COVID-19 e instado a las personas con síntomas leves a tomar té de sauce o madreselva.

Pese a la propaganda norcoreana que presume de la campaña del gobierno contra el virus, el miedo es palpable entre la gente, según desertores en Corea del Sur con contactos en el norte, y algunos expertos temen que el brote empeore mucho en un país donde buena parte de una población empobrecida y sin vacunas se ve sin atención hospitalaria suficiente y en problemas para pagar incluso los medicamentos más sencillos.

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“Los norcoreanos saben que mucha gente ha muerto en todo el mundo por COVID-19, de modo que tienen miedo a que algunos de ellos puedan morir también”, dijo Kang Mi-jin, una desertora norcoreana que citaba sus conversaciones telefónicas con contactos en la ciudad norteña de Hyesan. La gente que puede permitírselo compra medicamentos tradicionales para aplacar sus temores.

Desde que admitió lo que describió como su primer brote de COVID-19 hace una semana, Corea del Norte ha luchado por gestionar una crisis de salud en ciernes que ha intensificado la ansiedad de la población por un virus que hasta ahora decía haber mantenido a raya.

La gestión de la pandemia parecía centrada principalmente en aislar a los posibles pacientes. Es posible que eso sea todo lo que puede hacer el país, que no tiene vacunas, píldoras antivirales, unidades de cuidados intensivos ni otros recursos médicos que permitieron sobrevivir a millones de enfermos en otros países.

Las autoridades de salud norcoreanas dijeron el jueves que una fiebre que se extiende con rapidez ha matado a 63 personas y enfermado a unos dos millones desde finales de abril, con unas 740.000 personas aún en cuarentena. Pyongyang dijo este mes que su cifra total de casos de COVID-19 seguía siendo 168, pese a los crecientes casos de fiebre. Muchos expertos internacionales dudan de esas cifras y creen que no se ha reportado el alcance real del brote para impedir un descontento entre la población que pueda erosionar el liderazgo de Kim.

Según medios estatales, se ha movilizado a un millón de trabajadores públicos para identificar a posibles pacientes. Kim Jong Un también ordenó a médicos militares que asistieran en el reparto de medicamentos a las farmacias, justo antes de visitar farmacias en Pyongyang al amanecer del domingo.

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Corea del Norte también emplea los medios estatales -diarios, televisión y radio- para dar consejos sobre cómo combatir el virus a sus ciudadanos, la mayoría de los cuales no tiene acceso a internet ni a noticias de medios extranjeros.

“Es crucial que encontremos a cada persona con síntomas de fiebre para que pueda ser aislada y tratada, para bloquear de forma fundamental los espacios en los que pueda propagarse la enfermedad infecciosa”, dijo el miércoles en la televisora estatal Ryu Yong Chol, funcionario de la agencia de lucha contra el virus en Pyongyang.

La televisora estatal emite avisos informativos en los que personajes de animación recomiendan a la gente que acuda al médico si tiene problemas respiratorios, escupe sangre o se desmaya. También explican los medicamentos que pueden tomar los pacientes, incluidos remedios caseros como té con miel. El principal diario del país, Rodong Sinmun, recomendaba a las personas con síntomas leves que hirvieran 4 o 5 gramos de hojas de sauce o madreselva en agua y bebieran la infusión tres veces al día.

“Estas recomendaciones no tienen sentido en absoluto. Es como que el gobierno pide a la gente que sólo contacte al médico si tiene problemas respiratorios, lo que significa justo antes de morir”, dijo el exfuncionario de agricultura norcoreano Cho Chung Hui, que huyó a Corea del Sur en 2011. “Me duele el corazón cuando pienso en mi hermano y mi hermana en Corea del Norte y su sufrimiento”.

Kang, que dirige una compañía que analiza la economía norcoreana, dijo que sus contactos en Hyesan le han dicho que se ha pedido a los residentes norcoreanos que lean a fondo los reportes de Rodong Sinmun sobre cómo trabaja el país para frenar el brote.

Desde el 12 de mayo se han prohibido los viajes entre regiones del país, pero el gobierno no ha intentado imponer cuarentenas más estrictas como en China. La economía norcoreana es frágil debido a los cierres de frontera y a décadas de mala gestión, de modo que el país ha fomentado que se aceleren la agricultura, la construcción y otras actividades industriales. Kang dijo que la gente en Hyesan sigue yendo a trabajar.

La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos expresó su preocupación esta semana por las consecuencias de las medidas de cuarentena de Corea del Norte y señaló que el aislamiento y las restricciones de desplazamientos tendrán duras consecuencias para personas que ya tenían problemas para cubrir sus necesidades básicas, como conseguir comida suficiente.

“Niños, madres lactantes, ancianos, los sin techo y los que viven en zonas rurales y fronterizas más aisladas son especialmente vulnerables”, señaló la oficina en un comunicado.

Los desertores en Corea del Sur dicen temer por sus seres queridos en Corea del Norte. También sospechan que el COVID-19 ya se había extendido a Corea del Norte antes incluso del reconocimiento oficial.

“Mi padre y mi hermano siguen en Corea del Norte y estoy muy preocupada por ellos porque no están vacunados y allí no hay medicinas”, dijo Kang Na-ra, que huyó a Corea del Sur a finales de 2014. Su hermano le dijo durante una llamada reciente que su abuela había muerto el pasado septiembre por neumonía, que ella cree se debió al COVID-19.

El desertor Choi Song-juk dijo que su hermana es campesina en Corea del Norte. La última vez que hablaron por teléfono, en febrero, dijo que ella, su hija y muchos vecinos habían estado enfermos con síntomas similares a los del coronavirus, como fiebre alta, tos y garganta dolorida. Choi dijo que su hermana paga a intermediarios para organizar las llamadas, pero últimamente no ha llamado, aunque es la época del año en la que suele faltarle comida y necesita transferencias de dinero a través de una red de intermediarios. Choi dijo que probablemente la desconexión se debe a las restricciones de movimiento asociadas al virus.

“Estoy muy triste. Debo contactar con ella de nuevo porque debe estar sin comida y recogiendo plantas silvestres”, dijo Choi, que se fue de Corea del Norte en 2015.

En los últimos años, Kim Jong Un ha construido hospitales modernos y mejorado sistemas médicos, pero sus críticos señalan que es sobre todo para la élite gobernante del país y que el servicio médico gratuito socialista está en ruinas. Desertores recientes dicen que en los mercados hay muchos medicamentos de producción nacional, pero tienen problemas de calidad y la gente prefiere las medicinas surcoreanas, chinas y rusas. Pero las medicinas extranjeras suelen ser caras, de modo que los pobres, que son la mayoría de la población del país, no se las puede permitir.

“Si usted está enfermo en Corea del Norte, a menudo decimos que morirá”, dijo Choi.

Pese a brote, Corea del Norte no ha respondido de forma pública a las ofertas surcoreanas y estadounidenses de ayuda médica. El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo el martes que el organismo internacional “está muy preocupado por el riesgo de más expansión” en Corea del Norte y la falta de información sobre el brote.

Choi Jung Hun, exmédico norcoreano que se trasladó a Corea del Sur, sospecha que Corea del Norte aprovecha su gestión de la pandemia para reforzar la imagen de Kim como líder preocupado por la población y consolidar la unidad interna. La reducida cifra oficial de muertos también podría utilizarse como herramienta de propaganda, afirmó.

“Un día dirán que han contenido el COVID-19. Al comparar su cifra de muertos con la de Estados Unidos y Corea del Sur, dirán que han hecho muy buen trabajo y que sus sistema antiepidémico es el mejor del mundo”, dijo Choi, que ahora es investigador en un instituto afiliado a la Universidad de Corea en Corea del Sur.

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