CLUJ-NAPOCA, Rumania (AP) — La madre embarazada Galina Kubiak dice que extraña su casa en Ucrania pero se ha enamorado de Rumania, el país vecino al que huyó con sus dos hijos pequeños para escapar de la guerra.
“A veces vamos a la tienda, y se enteran que somos ucranianos y la gente le da a los niños leche o galletas, o a veces sólo dan abrazos”, dijo el viernes la mujer de 35 años que ahora vive en la ciudad Cluj-Napoca, en el norte de Rumania. “Estoy tan gratamente sorprendida de la amabilidad de la gente”.
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Desde que Rusia invadió el 24 de febrero, más de 6 millones de personas han huido de Ucrania, informó el jueves la agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). La guerra de Moscú — que insiste en llamar una “operación militar especial” — ha provocado una de las peores crisis humanitarias en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Polonia ha recibido a la mayoría de los refugiados —más de 3,2 millones_, mientras que más de 900.000 han llegado a Rumania. Muchos otros han huido a países vecinos como Hungría, Eslovaquia y Moldavia.
Al igual que muchos de los millones de refugiados —la mayoría hombres y mujeres— que han huido de la guerra, hasta ahora la travesía de Kubiak ha sido una mezcla de esperanza y terror. Su familia es de una aldea ubicada a unos cuantos kilómetros de Bucha en las afueras de Kiev, el ahora tristemente célebre lugar de presuntos crímenes de guerra cometidos por las fuerzas rusas.
“Mi hermano ayudaba a enterrar personas”, le dijo a The Associated Press. “Las personas estaban muertas en las calles, y la gente sólo se las llevaba y cavaba hoyos en la tierra y enterraba a las personas. Es duro de ver, es muy duro de ver”.
Vlad Gheorghe, un rumano del Parlamento Europeo que dirige un grupo en Facebook desde Rumania llamado Unidos por Ucrania que reúne recursos para los refugiados, dice que las necesidades de estos han cambiado desde que comenzó la crisis. Ahora necesitan soluciones permanentes de empleo, educación y atención médica.
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“En la UE no estamos preparados para este tipo de crisis, y deberíamos haberlo estado”, le dijo a la AP en un correo electrónico el viernes. “Además, hay una necesidad continua de apoyo económico y donaciones de comida, productos de higiene (y) ropa”.
“La crisis de refugiados no acaba incluso si la paz llega ahora”, señaló, y agregó que muchos refugiados no tienen un hogar al cual regresar debido a la destrucción causada por la guerra, pero que le ha impresionado el nivel continuo de apoyo de la sociedad civil a lo largo de la crisis.
Sin embargo, otros en el frente de apoyo a los refugiados dicen que la situación les está pasando una factura.
“Nos encanta lo que hacemos, pero obviamente está asomándose el cansancio”, dijo Laura Mihali, quien dirige la organización no gubernamental cristiana Jóvenes para la Misión, la cual provee albergue y alimentos a refugiados ucranianos —entre ellos Kubiak— en Cluj-Napoca.
“Hace tres semanas nos enteramos que una de las familias es de Bucha, su yerno fue asesinado y está enterrado en una de las grandes fosas ahí en la ciudad”, dijo. “Creo que el cansancio psicológico nos está afectando más que el físico”.
Uliana Kaliuzhna, una trabajadora de tecnologías de la información de Járkiv, una ciudad del noreste de Ucrania, dice que se siente afortunada de poder seguir trabajando por internet en Cluj-Napoca, y sigue pagando impuestos en casa “para apoyar a mi país”. Renta un apartamento con el salario que aún percibe.
“No es fácil pagar todo”, comentó. “Pero los centros de voluntarios ayudan mucho con alimentos y ropa. A veces los visitamos y recibimos ayuda”.
La ACNUR también dijo el jueves que más de 1,6 millones de refugiados han regresado a Ucrania, ya sea de forma permanente o temporal, pero agregó que los movimientos transfronterizos podrían no indicar regresos “duraderos”.
Kubiak, cuyo embarazo está muy avanzado, enfatiza que quiere volver a casa cuando la guerra termine y reunirse con sus seres queridos.
“Todos tenemos un sueño de que todos podemos regresar y vivir en paz y ayudar a reconstruir”, dijo con la voz trémula de emoción, “y renovamos nuestro país”.
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McGrath reportó desde Sighisoara, Rumania, y Jamey Keaten desde Berlín.