CARACAS (AP) — Cuando llega la hora del almuerzo Maybel Sequera y Juan González se reparten un plato de fideos y frijoles que les entregó una fundación ubicada a pocas cuadras de su hogar, en una zona popular al oeste de la capital venezolana.
Sequera, de 72 años, y González, de 74, trabajaron por años como costurera y conductor para construir sus dos casas y criar a sus cuatro hijos. Pero ahora, tras 50 años de matrimonio, dependen de donaciones de organizaciones o personas para comer y recibir medicinas y ropa.
PUBLICIDAD
En Venezuela la pensión es el monto que se paga mensualmente a los trabajadores que se retiran tras alcanzar 750 semanas cotizadas en el Seguro Social y cumplir 55 años, en el caso de las mujeres, y 60, en el caso de los hombres.
Desde 1995 la pensión es igual al salario mínimo mensual. Los trabajadores aportan entre 2% y 4% de su sueldo al Seguro Social -de administración publica-, mientras que los empleadores pagan, a cuenta de los trabajadores, entre 9% y 11% adicionales.
Recientemente el gobierno aumentó el salario mensual de 7 bolívares (equivalente a 1,5 dólares) a 130 bolívares (29 dólares), un monto insuficiente para costear los 365 dólares de la canasta alimentaria de febrero, según el Observatorio Venezolano de Finanzas, una organización especializada en estudios económicos.
“Esta decisión que he tomado también alcanza a los pensionados y pensionadas de Venezuela”, dijo el Nicolás Maduro en marzo durante el anuncio en televisión estatal. El monto representa uno de los más bajos de la región.
“Ahora que nos aumentaron a 130 vamos a ver cómo nos bandeamos (mantenemos) con esos 130 (bolívares), porque tampoco alcanza”, dijo Sequera a The Associated Press sentada en la sala de su casa, adornada con fotos de sus hijos y fragmentos de la biblia.
PUBLICIDAD
Según cifras oficiales, Venezuela tiene poco más de cinco millones de pensionados, pero la inflación anual -que llegó al 686,4% en 2021- hace que los salarios y pensiones se desvanezcan.
Aunque por años el país vivió una fuerte escasez de alimentos y elementos de higiene y la gente hacía largas filas para comprar lo poco que llegaba a los supermercados, actualmente los anaqueles están bien abastecidos y exhiben productos importados, pero sus altos precios en dólares son inalcanzables para gran parte de la población.
Esto hace que muchos adultos mayores dependan de las remesas familiares de los seis millones de venezolanos que han dejado el país debido a las crisis económicas, políticas y sociales de los últimos años.
Quienes no cuentan con esa ayuda buscan medicinas, alimentos y ropa en fundaciones, organizaciones humanitarias o iglesias. También salen a trabajar a las calles, por lo que es normal ver en las aceras a ancianos vendiendo golosinas o pidiendo dinero.
“Yo me las tengo que ingeniar para conseguir la comida. No es fácil, porque uno tiene una edad, uno sale a la calle y mucha gente lo mira con desprecio… El dinero no es nada. Uno tiene hasta que pedir en la calle. A veces algún vecino me regala algo”, contó a AP Miriam Jiménez, de 68 años, luego de retirar un plato de comida en una fundación para la tercera edad al oeste de Caracas.
En países de la región, las pensiones van desde los 230 a los 650 dólares, como en Ecuador, pero los montos también suelen estar por debajo de la canasta alimentaria o del sueldo mínimo. En Chile, el nuevo presidente Gabriel Boric prometió elevar el monto a 310 dólares aunque seguirá por debajo de los 435 dólares del salario mínimo mensual.
Luis Francisco Cabeza, director de Convite, una organización no gubernamental enfocada en la atención de adultos mayores, dijo a AP que la seguridad social de la población mayor no es sólo una pensión sino que además debería incluir el acceso a medicinas, atención médica y recreación. “Ninguno de esos beneficios los tienen las personas pensionadas” en Venezuela, sostuvo Cabezas en entrevista telefónica.
“La pensión es un sistema que busca protegerte frente a la contingencia que supone llegar a la vejez”, añadió. En Venezuela el sistema hospitalario es precario, por lo que pacientes deben llevar todos los insumos médicos para ser atendidos.
Sequera ha pasado por dos tipos de cáncer en lo que va del año. El último fue un carcinoma basocelular, un tipo de cáncer en la piel que requirió una operación en el rostro. Para costear los implementos médicos vendió dos de sus tres máquinas de coser con las que solía arreglar ropa de vecinos a cambio de dinero.
“Tengo que vender mis coroticos (pertenencias)… porque necesito la plata” para poder pagar los 200 dólares de los exámenes de su próxima operación en el seno para extirpar un tumor, explicó la mujer.
La precaria situación ha llevado a los pensionados a organizarse para salir a las calles a protestar. En marzo se registraron al menos 48 manifestaciones en todo el país en demanda de aumentos, de acuerdo con Edgar Silva, coordinador nacional del comité de pensionados.
En las protestas se ven adultos mayores con zapatos rotos y ropas desgastadas levantando carteles que exigen mejores condiciones de vida.
“Los pensionados están viviendo de la caridad pública… los pensionados siguen en la pobreza. Ese incremento de Maduro no saca a los pensionados de las condiciones de precariedad que estamos viviendo”, dijo Silva durante una rueda de prensa en marzo. La exigencia del grupo es que el monto de las pensiones llegue, al menos, a los 365 dólares de la canasta alimentaria.
Andreina Toro coordina una fundación que ayuda a 150 ancianos con almuerzos dos veces a la semana, y antes de la pandemia, ofrecía entretenimiento y esparcimiento a los beneficiarios.
“Cuando llega la vejez a veces nos volvemos un estorbo para algunas personas… la jubilación siempre ha sido una época para estar libres de responsabilidades económicas, sin embargo, la situación económica de Venezuela ha hecho totalmente lo contrario”, dijo Toro a AP desde el comedor de la fundación ubicada al oeste de Caracas.
De acuerdo con Convite, 42% de los encuestados reducen sus porciones de comida. Con el actual monto de las pensiones sólo alcanza para comprar algunas salchichas, sardinas en lata, 12 huevos, un kilo de harina de maíz, pan y un kilo de azúcar. Pocos pueden comprar proteínas como carnes o pollo.
Adultos mayores entrevistados por AP indicaron que tampoco pueden adquirir medicinas, ropa, zapatos y productos de aseo personal.
“Hay que seguir exigiendo, demandado, haciendo visibilidad y abogacía en los espacios de discusión… los adultos mayores la están pasando muy mal, pero los que vienen atrás la van a pasar peor”, dijo Cabezas, ya que gran parte de la población más joven tiene trabajos informales y por tanto no aporta al Seguro Social.
Tras terminar el plato de comida, el matrimonio tomó una taza de café. “Hoy (en el desayuno) nos comimos el ultimo huevito. Vamos a esperar que venga otra bendición por ahí”, dijo González. “Para la noche, Dios proveerá”, completó su esposa. “Y si no, un vaso de agua y a dormir”, se lamentó el hombre.