La flexibilización del uso de mascarillas en las escuelas por los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) coincide en la Isla con la confirmación de la presencia del sublinaje de ómicron BA.2 en la comunidad boricua; lo que trae preocupación en relación a las estrategias que se implementarán en las instalaciones escolares ante un ya caldeado debate por el tema de la obligatoriedad de las vacunas y un bajo porcentaje de vacunados entre ciertas poblaciones de menores.
Por esto, los esfuerzos de prevención contra el COVID19 durante el retorno a las clases presenciales deben ser reforzados con la aplicación de una estrategia multicapa que incluya el tratamiento y desinfección del aire compartido en los planteles escolares. Solo así, indican los miembros de la Junta Independiente de Investigación Estratégica del Aire Compartido, se alcanzará el máximo nivel de protección de la comunidad escolar, incluyendo a los no vacunados o parcialmente vacunados.
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Y es que, actualmente menos de una tercera parte de la población entre 5 a 12 años ha conseguido cumplir con el requisito inicial de las dos dosis para poder matricularse en el sistema y recibir sus clases de manera presencial. Esto llevó al gobierno a flexibilizar sus requerimientos de ingreso para limitarlo a una sola dosis, lo que ha provocado reacciones a favor y en contra, así como inquietud entre padres que enviarán sus hijos a compartir horas prolongadas en espacios cerrados con personas cuyas dosis de inoculación no han sido completadas. Se suma a esto, el surgimiento de una nueva variante más transmisible que la de ómicron en la Isla y una tendencia en territorios vecinos a relajar las medidas de protección como el uso del cubre bocas.
No obstante, Nelson Traverso, único hispano de dicha junta norteamericana, señala que existen otros mecanismos efectivos en la eliminación del virus, pero más enfocados en la salubridad del aire interior. Incluso revela que ya han sido implementadas desde hace más de seis meses en una institución escolar privada de la Isla que, en combinación con otras medidas, logró eliminar la propagación comunitaria del virus incluyendo en la época del repunte de casos tras el surgimiento de la variante ómicron.
“La vacunación es sin dudas una importante herramienta para combatir el COVID19 y ha sido la principal responsable de los logros obtenidos en la lucha contra la actual pandemia; sin embargo, no es la única herramienta que debe ser considerada en momentos en que se decidirá retornar a una relativa normalidad que implicará aglomeración de personas con y sin vacunas en espacios cerrados como en las aulas escolares. En Puerto Rico, específicamente en la región de San Juan, ya hace más de seis meses, un colegio privado combinó la vacunación con la implementación de un modelo multicapa utilizado en el Pentágono y en bases militares de los Estados Unidos que contempla el tratamiento del aire en interiores. Sus resultados han demostrado una efectividad total en la eliminación de patógenos en el aire, evitando la propagación del virus”, detalló Traverso.
El colegio incorporó dentro de su infraestructura diversas tecnologías de última generación que, entre otras cosas, integran generadores de peróxido de hidrógeno a bajo nivel, filtros de alta eficiencia (HEPA), según recomendado por los CDC, ionizadores y rayos ultravioletas a niveles controlados que son capaces de acabar con el COVID en el aire. Las mismas, fueron aplicadas individualmente tomando en cuenta elementos como el tamaño y actividad a llevarse a cabo en cada espacio o salón. A su vez, desarrolló una campaña educativa a toda la comunidad escolar sobre las medidas preventivas, promovió la vacunación dentro de su población y reforzó el uso de la mascarilla. El resultado ha sido de cero casos de transmisión comunitaria de COVID19 en todo el plantel escolar.
Se trata de una Estrategia de Defensa Aérea Multicapa (MLADS, por sus siglas en inglés), la cual considera que no existe un arma única para combatir el COVID-19; se requieren múltiples niveles entre la adopción de nueva tecnología, los ajustes a las tecnologías existentes, la educación, la capacitación y el estudio de la circulación del aire y la turbulencia.
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“Con una aplicación de múltiples capas, se garantiza una eliminación de sobre el 99% de los patógenos en el aire. Piense en hojas de papel con agujeros. Si los combina, las posibilidades de que dos hoyos aterricen en el mismo lugar son bajas”, planteó el también director de la fundación Puerto Rico Leads las Américas, que advoca por el acceso a aire seguro y limpio de patógenos.
Asimismo, la ingeniera de compuestos, Lissy Oquendo, explicó que en la etapa en la que se encuentra la pandemia tanto a nivel local como mundial, se debe hacer un análisis retrospectivo sobre todos los hallazgos aprendidos a lo largo de dos años y no subestimar ninguna estrategia formulada con datos científicos y epidemiológicos.
“Ya es un hecho que la principal vía de transmisión del SARS-CoV-2 es a través del aire compartido. Si podemos bajar la concentración de partículas virales activas en el aire disminuiremos drásticamente su propagación. Este dato es de suma importancia en estos momentos, ya que, en la medida en que volvamos a retomar nuestras actividades regulares, nos acercaremos más al 90% del tiempo que, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), pasamos en espacios interiores donde al hablar, cantar, toser o simplemente respirar intercambiamos aire cargado de todo tipo de microorganismos, bacterias y patógenos. Esto supone un cambio de táctica en donde la salubridad y calidad del aire interior deberá cobrar mayor relevancia. Sólo así podremos no solo acelerar el fin de la pandemia, sino que desarrollar una estructura resiliente para eventos futuros similares que puedan propagarse a través del aire”, acotó la ingeniera.