El Departamento de Justicia se prepara para orientar a la ciudadanía sobre el uso de “Air tags” como herramienta en patrones de acecho y persecución en Puerto Rico, adelantó hoy, martes, la jefa de fiscales de esa agencia, Jessika Correa González.
Durante una conferencia de prensa en la Feria de Seguridad en Plaza las Américas relacionada a la incidencia de “carjackings” en Puerto Rico, la fiscal afirmó que desde hace dos semanas la División de Crímenes Cibernéticos de esa agencia está recibiendo consultas relacionadas a casos de acecho.
“Es una nueva modalidad que se está generando aquí en Puerto Rico y en ese sentido, el Departamento de Justicia está trabajando una iniciativa para empezar a orientar a la ciudadanía en cuanto al uso de estos aparatos para perseguir y acechar”, expresó Correa a preguntas de la prensa.
“La oficina del jefe de fiscales hace como dos semanas que han consultado con la División de Crímenes Cibernéticos. Por eso es que se está trabajando la iniciativa para poder concientizar a la gente y que la gente esté consciente de que se están usando estos aparatos para seguir y acechar”, agregó.
Los “Air tags” son unos dispositivos manufacturados por la compañía Apple, empresa matriz de los iPhones y Macbooks, que salieron al mercado en abril del pasado año. Con el tamaño de una moneda, la intención principal de estos productos es tener la ubicación exacta de objetos fáciles de perder como las llaves de carros o las carteras.
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El dispositivo tecnológico puede ser rastreado mediante el teléfono, pero el tamaño de los “Air tags” facilita además que una persona pueda colarlo en la vestimenta o vehículo de otro individuo para conocer su ubicación.
De hecho, estos aparatos han sido utilizados para cometer crímenes de esta índole en Estados Unidos, como han reportado medios y periódicos de allá. De igual forma, desde su lanzamiento, expertos han advertido sobre las implicaciones criminales que un producto como este podría añadir al escenario delictivo en el mundo.
De acuerdo a la Ley 284-1999, el acecho es un patrón de conducta en la que se mantiene una vigilancia sobre una persona determinada, se envían comunicaciones no deseadas, amenazas escritas, verbales o implícitas y se hostiga repetidamente con palabras, gestos o acciones dirigidas o causar miedo.