La historia de Pauline Potter es una de esas que sacuden, incomodan y, al mismo tiempo, invitan a reflexionar desde la empatía. Su nombre se hizo conocido a nivel internacional cuando apareció en el reality Kilos Mortales, un programa que expone sin filtros las duras batallas físicas y emocionales de personas que viven con obesidad mórbida extrema.
Potter no solo cargaba con el peso de su cuerpo, sino también con el de los prejuicios, los titulares crueles y una etiqueta que la marcó durante años.

La estrella de televisión falleció el pasado 27 de noviembre, coincidiendo con el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos, a los 62 años. Su partida cerró un capítulo complejo, lleno de altibajos, pero también de logros personales que pocas veces se cuentan con la profundidad que merecen.
Originaria de Sacramento, California, Pauline Potter llegó a las pantallas con un peso que superaba por mucho al de otros participantes del programa. En su primera aparición pública, la balanza marcaba 293 kilos, una cifra que evidenciaba el grave riesgo en el que se encontraba su salud. Aun así, decidió abrir su vida ante millones de espectadores y mostrar un proceso que iba mucho más allá de perder kilos.
Así fue como Pauline Potter logró su transformación física antes de morir
En 2011, su nombre quedó registrado en el Récord Guinness como la mujer viva con mayor peso del mundo. Lejos de celebrarlo como un logro superficial, ella misma explicó que buscaba un punto de quiebre: algo que la obligara a cambiar. Ese reconocimiento fue, para Pauline, una forma de tocar fondo y empezar de nuevo.
Con el acompañamiento médico y un enorme esfuerzo personal, comenzó una transformación que compartió activamente en redes sociales. A través de Facebook, publicaba imágenes y mensajes que mostraban avances pequeños pero significativos. Con el paso del tiempo, su estado físico mejoró de manera visible y su ánimo también.

Uno de los momentos más emotivos de su proceso llegó en octubre de 2020, cuando anunció que había alcanzado el peso más bajo de su vida adulta. En total, había logrado reducir más de 100 kilos, una cifra que hablaba de constancia, disciplina y una lucha diaria contra su propio cuerpo.
Pauline Potter nunca ocultó los aspectos más íntimos y controversiales de su historia. En entrevistas, contó que la actividad sexual también fue parte de su proceso de pérdida de peso, asegurando que, dentro de sus posibilidades físicas, cualquier movimiento representaba un ejercicio valioso. Sus declaraciones generaron debate, pero también mostraron su forma honesta y directa de enfrentar una realidad compleja.
Así fueron los últimos días de Pauline Potter
Lamentablemente, su salud volvió a deteriorarse tras un grave accidente automovilístico ocurrido durante un viaje por carretera. Aunque su hijo, Dillon Brooks, salió con lesiones menores, Pauline Potter sufrió fracturas y complicaciones que su cuerpo ya no pudo resistir. A esto se sumaron otros diagnósticos médicos que limitaron cualquier intervención quirúrgica.
En los últimos meses, recibió cuidados paliativos en casa, rodeada de su familia. Su hijo relató que alternaba momentos de calma con episodios de intenso dolor, hasta que finalmente falleció en una fecha cargada de simbolismo familiar.

La vida de Pauline Potter deja una lección poderosa: detrás de los titulares y los números hay personas reales, con sueños, miedos y deseos de cambiar. Su historia no es solo la de una mujer con obesidad extrema, sino la de alguien que, incluso en medio del dolor y la exposición pública, intentó recuperar su vida con valentía y honestidad.

