La bodega Toro Albalá, una de las casas enológicas más respetadas de Andalucía, celebró en Puerto Rico una master class dirigida a profesionales del vino, sommeliers, chefs y periodistas especializados. La sesión fue organizada junto a Méndez & Co., distribuidor oficial de la marca en Puerto Rico.
“Esta actividad es un privilegio porque no es simplemente una degustación, es una oportunidad educativa para entender el valor cultural y técnico de estos vinos que representan a España en el mundo”, expresó Michel López, gerente del portafolio de España en Méndez & Co., al dar la bienvenida al evento.
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Durante la presentación, Sorgato destacó que Toro Albalá fue fundada en 1844 y relanzada en 1922 por José María Toro Albalá. Su filosofía se basa en tres principios: paciencia, respeto por la uva y crianza prolongada.“Somos una bodega que respeta el tiempo. No hacemos producción industrial, hacemos vinos que envejecen con calma porque la paciencia forma parte del carácter del vino”, afirmó Sorgato.
El ejecutivo relató que la bodega conserva miles de barricas históricas, muchas con vinos de más de medio siglo. “Cuando entré a la bodega en 1996, encontré más de 4,000 barricas con vinos que tenían más de 160 años guardados. Eso no fue un negocio, fue un legado que había que proteger”, compartió.
La ciencia de la flor y la crianza biológica
Uno de los momentos más técnicos de la clase fue cuando Sorgato explicó la crianza biológica, un proceso natural que distingue a los vinos finos andaluces.
“La levadura que llamamos flor es un ser vivo. Ella crea una capa blanca que protege al vino de la oxidación. No es magia, pero lo parece, porque solo ocurre en ciertos lugares del mundo como Montilla-Moriles”, explicó.
También describió el sistema de soleras y criaderas, método tradicional que permite envejecimiento progresivo. “En una solera nunca se vacía una barrica completamente. Se saca un porcentaje cada año y se repone con vino joven. Así el vino viejo educa al vino nuevo”, detalló.
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Diferencias entre Montilla-Moriles y Jerez
Toro Albalá insistió en educar sobre la identidad de su denominación de origen frente a otras regiones.
“En Jerez se fortifica el vino porque llega a 12 grados y necesitan subirlo a 15. En Montilla-Moriles no. Nuestra uva Pedro Ximénez llega naturalmente a 15 grados por el sol. No corregimos el vino, lo dejamos hablar”, puntualizó Sorgato.
La uva Pedro Ximénez: dulzura natural y respeto por la tradición
Sorgato también narró el origen histórico de la uva Pedro Ximénez: “No es española, aunque muchos lo dicen. Vino de Alemania con un soldado llamado Peter Siemens en tiempos de Carlos V. Cuando llegó a Andalucía, la gente empezó a llamarla Pedro Ximénez”.
Aunque se trató de una clase técnica, también hubo espacio para recomendaciones gastronómicas prácticas.
“Un fino como el nuestro va bien con queso manchego, jamón serrano, aceitunas, fritura de pescado e incluso espárragos verdes”, comentó.Sobre el reconocido Pedro Ximénez, añadió: “Un vino dulce no es solo para postres. Funciona perfecto con quesos azules, foie gras o incluso con un buen puro para meditar”.
El valor del vino como cultura
Para Sorgato, más que vender un producto, se trata de transmitir un oficio. “El vino cuenta historias de familias, de generaciones, de clima y de paciencia. Cada botella tiene memoria. Si el vino no emociona, no tiene sentido hacerlo”, dijo.
El evento formó parte de una agenda de expansión de educación enológica en la isla. Toro Albalá adelantó que continuará colaborando con Méndez & Co. “Puerto Rico entiende el vino. Aquí hay cultura gastronómica y respeto por el producto bien hecho. Por eso volvemos”, afirmó Sorgato.