Hablar de amor, compromiso y celebración nos entusiasma: la boda es un momento mágico en la vida de muchas personas. Pero, ¿y si te dijera que cuanto más lujo y dinero pongas en ese gran día, más estrés podría haber detrás del escenario? Un estudio académico realizado por Andrew Francis-Tan y Hugo M. Mialon muestra que existe una correlación entre el gasto elevado en bodas —incluyendo el anillo de compromiso— y matrimonios que duran menos. No se trata de juzgar, sino de entender cómo lo que gastas puede influir en lo que viene después.
¿Quiénes hicieron el estudio?
Los responsables de esta investigación son Andrew Francis-Tan, de la National University of Singapore (Lee Kuan Yew School of Public Policy), y Hugo M. Mialon, de Emory University, Departamento de Economía.
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Analizaron los datos de más de 3.000 personas casadas en Estados Unidos, recogidos a través de encuestas online, y controlaron variables como ingreso del hogar, educación, edad al casarse, asistencia a la boda, luna de miel, entre otras.
Hallazgos sorprendentes: lo caro no garantiza lo duradero
Anillo de compromiso: Gastar entre $2.000 y $4.000 en el anillo se asocia con un ‘hazard ratio’ (riesgo relativo) de divorcio mayor, en comparación con quienes gastaron entre $500 y $2.000.
Ceremonia de boda: Bodas cuya factura supera los $20.000 presentan un riesgo de divorcio más alto. Por otro lado, bodas más económicas —menos de US$1.000— muestran una probabilidad mucho menor de divorcio.
Asistencia y luna de miel: Tener muchos invitados y celebrar luna de miel están asociados con matrimonios un poco más largos, independientemente de cuánto costó la boda. Apoyo social y momentos de conexión parecen importar más.
¿Por qué podría suceder esto?
Varios factores pueden contribuir a que una boda costosa aumente el estrés matrimonial:
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- Presión financiera: El endeudamiento que resulta de gastar demasiado puede generar tensiones que se llevan al día a día.
- Expectativas elevadas: Una boda ostentosa puede despertar expectativas de que la vida en pareja será espectacular todo el tiempo, lo cual no es realista.
- Prioridades equivocadas: Poner en el centro lo estético, lo externo o lo que otros verán puede distraer de lo verdaderamente importante: la relación, la comunicación, el apoyo mutuo.
Al mismo tiempo, los investigadores aclaran que los resultados del estudio muestran una correlación, no necesariamente causalidad. Es decir: no se demuestra que gastar mucho cause divorcio, pero sí que está asociado, cuando se controlan muchos otros factores.
¿Qué pueden hacer las parejas para construir algo duradero?
Estos hallazgos no son un manual rígido, sino una invitación a reflexionar. Aquí algunas ideas inspiradas en lo que sugiere el estudio:
- Planificar un presupuesto realista para la boda, sin dejarse llevar por presiones sociales.
- Priorizar la experiencia de pareja: comunicación, expectativas claras, metas compartidas más allá del evento.
- No escatimar en momentos de conexión: una luna de miel, un viaje o simplemente espacios especiales juntos pueden fortalecer.
- Contar con el apoyo de la familia y amigos, que no solo llenan una lista de invitados, sino que aportan un entorno emocional que ayuda a los momentos difíciles.
No se trata de odiar las bodas lindas, las decoraciones impresionantes o los anillos brillantes. Se trata de ser conscientes de lo que elegimos invertir para ese día y de lo que realmente importa en la vida en pareja. Porque al final, lo que sostiene un matrimonio no es lo caro o lo sofisticado del gran día, sino la ternura en lo cotidiano, el apoyo mutuo y la elección diaria de estar juntos.
Gastando menos —o al menos siendo más conscientes de tus gastos— puedes estar construyendo un matrimonio más resistente, más auténtico, más feliz.