Un trabajo que conlleva estar sentado por largos períodos de tiempo pasa factura en la postura y el movimiento, entre otros aspectos, por lo que el estiramiento juega un rol clave en recuperar el cuerpo de esa inactividad.
Desde 25 sentadillas a cada hora para circular la sangre en las piernas hasta movimientos más dinámicos que involucren todo el cuerpo permiten mejorar el flujo sanguíneo y fomentar una respiración profunda para evitar problemas cognitivos como el brain fog y favorecer una mejor concentración, planteó el terapeuta Andrés Álamo, fundador de El Templo.
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Además, al elongar el músculo, se promueve mayor movilidad, flexibilidad y relajación. “Vivimos altamente tensos, y estirar, para mí, es una de las maneras de bajar tensiones o de devolverle un estado relajante al cuerpo”, concretó Álamo desde su espacio terapéutico, ubicado en la avenida Escorial, en San Juan.
Aunque mencionó que cada caso es particular, por lo que un programa de estiramiento no es igual para todos sus pacientes, favorece un estilo dinámico porque ayuda a calentar más que una modalidad estática, en la que se estira un músculo mientras el cuerpo permanece fijo. También ayuda a aliviar dolencias o molestias que atribuye a “patrones repetitivos” desarrollados por hábito.
“Siempre vamos a terminar en postura. Siempre vamos a terminar en patrones repetitivos. A qué nos dedicamos, qué hacemos, cómo nos movemos, cuántas horas yo estoy frente a la computadora en una posición inconsciente. Es consciente (por el trabajo), pero también está la parte inconsciente”, propuso el terapeuta, refiriéndose a lo último como distracciones en el teléfono celular.
Si bien su rutina ideal de estiramiento son 20 minutos, reconoció que un promedio de 10 es suficiente para ir “directo al grano” a los ejercicios que más sirven para el objetivo deseado.
Además de los ejercicios, el propietario de El Templo, donde ofrece terapias individualizadas, masajes deep tissue (sueco o tailandés) y talleres integrados de respiración, estiramiento y meditación guiada, apostó a la hidratación y la alimentación como factores que minimizan dolores articulares o lumbares. Estas dolencias, a veces repentinas, no necesariamente son indicio de un músculo lastimado, sino deshidratación, explicó, por lo que luego continúa su atención al movimiento, calidad y la alimentación.
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Previo a fundar El Templo, Álamo contó que su enfoque terapéutico se dirigía a apoyar a pacientes en “transformaciones” estéticas, como aumento de glúteos para mujeres o de brazo y pecho para varones.
“Usualmente, estas transformaciones duran poco y no van a apoyarte un buen hábito. Eso, a mí, me trabajó mentalmente y por eso es que he cambiado un poco mi terapia, más enfocada en corrección de postura, en trabajar lo que son músculos estabilizadores, ejes de balance musculares, patrones de movimiento, que también va de la mano de los hábitos”, subrayó.
Todos los esfuerzos están interconectados, sugirió el terapeuta. Un ejemplo que ilustró fue que, para atender un dolor de cuello, además de ejercitarlo, también incorpora hombros, pecho y espina dorsal. Con una atención integrada, junto a las buenas prácticas de hidratación, alimentación y estiramiento, mayores beneficios se van a percibir en el estado corporal.