Con el paso del tiempo, el área de los ojos pierde firmeza y volumen, lo que puede acentuar la mirada cansada. El ‘triángulo de la juventud’ actúa como un efecto óptico de relleno, suavizando líneas finas y devolviendo vitalidad a la expresión. Es una técnica sencilla, económica y accesible, que no requiere tratamientos invasivos y que puede incorporarse fácilmente en la rutina diaria de maquillaje.
Si hay un producto de maquillaje que nunca pasa de moda y que resulta imprescindible en cualquier neceser, ese es el corrector. Más allá de cubrir ojeras o disimular imperfecciones, este cosmético se ha convertido en una auténtica herramienta de transformación capaz de iluminar, dar volumen y hasta rejuvenecer el rostro en cuestión de minutos.
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Y ahora, gracias a un truco viralizado por la maquilladora María Sánchez Marín, conocemos el secreto del llamado ‘triángulo de la juventud’, una técnica que promete restar años y devolver frescura a la mirada.
¿Qué es el triángulo de la juventud?
El concepto parte de un juego visual con el corrector, aplicado en tres puntos clave del área de los ojos. El primero se coloca en el lagrimal, justo en la intersección con el hueso de la nariz, donde la luz natural se refleja con mayor intensidad. Este toque ayuda a abrir la mirada y disimular la sombra oscura que suele instalarse en esa zona.
El segundo punto se sitúa en el extremo exterior del ojo, con dirección hacia la sien. Al difuminar el producto en este ángulo, se crea un efecto lifting inmediato, levantando la “cola” del ojo y aportando un aire más juvenil.
Finalmente, el tercer vértice se coloca justo debajo de la ojera. Con él se completa la figura triangular que, al difuminarse, aporta volumen y luz, logrando lo que la experta denomina un verdadero triángulo de juventud.

¿Cómo aplicar corrector para lograr un efecto rejuvenecedor?
Sánchez recomienda utilizar un corrector en tono medio, uno o dos tonos más claros que el de la piel, para generar contraste y luminosidad sin que se vea artificial. La aplicación debe realizarse con un pincel pequeño para mayor precisión, aunque también se puede integrar con la yema del dedo mediante pequeños toques.
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El truco definitivo es hacerlo al final del maquillaje, una vez aplicada la base y el resto de productos, ya que de esta manera el corrector se integra mejor y potencia el efecto rejuvenecedor.
Además, al trabajar con la luz y la sombra, esta técnica se complementa perfectamente con otros gestos antiedad como un toque de rubor en tonos melocotón para avivar el rostro o una máscara de pestañas que abra aún más la mirada.

La clave del triángulo de la juventud
La clave del triángulo de la juventud es que funciona como un mini lifting sin cirugía. En apenas unos minutos, transforma la expresión de cansancio en frescura y aporta una luminosidad estratégica que rejuvenece al instante.
No es casualidad que se haya convertido en el secreto mejor guardado de muchas mujeres mayores de 40 que buscan realzar su belleza natural sin recurrir a procedimientos complicados.
En definitiva, el corrector deja de ser un simple “tapaojeras” para convertirse en la herramienta estrella que dibuja un rostro más joven, armónico y lleno de vida.
