Vivimos en una era donde la sobreexposición es la norma. Compartimos fotos, videos, opiniones y cada pequeño detalle de nuestro día a día, y al instante todo el mundo parece enterarse. Las redes sociales nos conectan y entretienen, pero también nos exponen. Dentro de este fenómeno global, existe una práctica aparentemente inofensiva, promovida por muchos padres: el sharenting. Aunque nace del amor y del orgullo, compartir excesivamente la vida de los hijos puede traer consecuencias inesperadas que comprometen su privacidad, seguridad y bienestar emocional.
Qué es el sharenting y por qué preocupa

El término sharenting, que combina “sharing” y “parenting”, describe la tendencia de los padres a publicar información, fotos y videos de sus hijos en redes sociales de forma habitual. Desde la primera sonrisa hasta el primer día de escuela, todo puede ser registrado y compartido. Si bien esta práctica no siempre se hace con malas intenciones, pero puede afectar profundamente a los niños respecto a su privacidad, autonomía y derecho al consentimiento.
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A primera vista, compartir momentos de la infancia parece intrascendente: celebrar un cumpleaños, presumir un logro escolar o mostrar un paseo familiar. Sin embargo, detrás de cada publicación existe un riesgo latente. La información compartida como nombre completo, fecha de nacimiento, escuela o ubicación puede ser utilizada por ciberdelincuentes para robo de identidad, acoso, grooming e incluso explotación sexual. Muchas veces incluso basta con analizar el entorno del menor o si lleva un uniforme específico puesto para detectar ubicaciones.
Riesgos reales: de la identidad a la salud emocional

Una vez que las fotos y datos se suben a la red, los padres pierden control total sobre ellos. Pueden ser guardados, reenviados, alterados o utilizados para crear perfiles falsos o contenido malicioso. La huella digital que se construye puede perdurar toda la vida, afectando oportunidades futuras del niño y exponiéndolo a ciberacoso.
Además de los riesgos físicos y legales, están los daños emocionales. Los niños pueden sentirse avergonzados o traicionados al ver su vida compartida sin consentimiento, lo que genera desconfianza hacia sus padres y problemas de autoestima. “A veces, los padres crean una imagen idealizada de sus hijos en línea, lo que puede afectar su autopercepción y desarrollo emocional”, agrega Albers.
Ejemplos de sharenting van desde fotos de tareas y logros hasta videos que, aunque tiernos, muestran detalles sensibles como el uniforme escolar o la ubicación exacta del hogar. Incluso información que parece trivial, al combinarse con otros datos, puede permitir a extraños trazar un mapa completo de la vida del menor.
Cómo proteger a los niños sin dejar de compartir

No todo está prohibido: la clave está en compartir con responsabilidad. Los especialistas recomiendan:
- Priorizar el consentimiento: involucra a los hijos, especialmente si ya tienen edad para comprender.
- Revisar la privacidad: limita quién puede ver las publicaciones y desactiva funciones de reenvío o descarga.
- Evitar información sensible: nombres completos, direcciones, fechas de nacimiento y fotos comprometedoras deben mantenerse privadas.
- Pensar a largo plazo: todo lo que se publica puede permanecer en la red para siempre.
La sobreexposición digital puede ser tentadora, sobre todo para padres orgullosos o influencers familiares, pero cada publicación tiene un costo invisible. Entender los peligros del sharenting y actuar con prudencia no significa no compartir la vida de tus hijos, sino protegerlos en un mundo donde todo lo que subimos a internet puede escapar a nuestro control.