El Atlántico no solo baña las costas de Galicia y Puerto Rico; también conecta sus esencias más profundas a través de sabores, aromas y cultura.
Así lo vive Juan Vázquez, director general de la prestigiosa Bodega Martín Códax, quien tras 30 años dedicado al mundo del albariño, ha aprendido que el mar es mucho más que un paisaje: es un ingrediente invisible que define el carácter de sus vinos.
“Cuando respiras el Atlántico, estás respirando una copa de albariño”, afirmó Vázquez con pasión durante un reciente encuentro con Sabrosia.PR
Para este, cada botella de Martín Códax es un reflejo de su vida, pero también del territorio gallego, profundamente influenciado por el océano que envuelve las Rías Baixas y que evoca, con sorprendente similitud, la energía que también define a Puerto Rico.
Vázquez, que pasó de ser un ejecutivo de resultados rápidos a convertirse en viticultor y socio de la bodega, descubrió en la tierra y en el tiempo una nueva filosofía: “Lo que tú le des a la tierra, ella te lo devuelve”.
Hoy, ese respeto por el entorno se traduce en vinos que capturan la mineralidad, la frescura y la elegancia que el Atlántico aporta a las uvas albariño.
Durante su trayectoria, el empresario ha visto crecer la bodega hasta contar con seis sedes y más de 2,400 parcelas cuidadosamente trabajadas.
Desde viñedos situados casi en el mar, donde el tractor solo entra cuando la marea lo permite, hasta parcelas en altura, cada copa cuenta una historia singular.
“Tenemos vinos como el Martín Códax Arousa, que literalmente nace entre el agua dulce de los ríos y el agua salada del océano”, explicó.
Esa versatilidad ha convertido a etiquetas como Martín Códax Albariño y Marieta en favoritos para el “tardeo” puertorriqueño, momentos de disfrute al aire libre que comparten espíritu con las terrazas gallegas.
Este auge de los vinos atlánticos ocurre en un contexto en el que la cultura del vino sigue evolucionando, tanto en Galicia como en Puerto Rico.
Vázquez reconoce con entusiasmo cómo las nuevas generaciones están abrazando el mundo vinícola con mentalidad abierta y espíritu de descubrimiento.
“Hoy vemos a muchos jóvenes disfrutando de experiencias que giran en torno al vino —en terrazas, brunches, catas informales—, sin los formalismos que a veces intimidaban”, destacó.
Esta tendencia, que impulsa momentos de disfrute relajado y auténtico, ha contribuido a que etiquetas como Martín Códax y Marieta se conviertan en protagonistas naturales de la nueva forma de vivir el vino.
La similitud entre ambas culturas marítimas no es casualidad. Al igual que en Galicia, en Puerto Rico el mar lo impregna todo: la comida, la música, la forma de vivir.
Por eso, no sorprende que los vinos de Martín Códax encuentren en la isla un público entusiasta que se siente identificado con esa esencia atlántica que comparten ambos territorios.
“Puerto Rico es un mercado impresionante para nosotros. Vemos que nuestros productos —desde Martín Códax hasta los Rías Baixas y otros vinos españoles— son muy apreciados aquí. De hecho, en las cartas de los restaurantes, más de la mitad de los vinos suelen ser españoles. Compartimos muchas cosas, y detrás de cada botella de Martín Códax y de nuestros albariños, hay mucho Atlántico. Ese Atlántico que nos une es lo que nos hace sentirnos aquí tan a gusto y profundamente agradecidos”, concluyó el experto.
Con cada copa servida en las mesas puertorriqueñas, los vinos de Martín Códax no solo conquistan nuevos paladares; también consolidan un puente cultural que celebra el mar como vínculo común.
En una isla donde el vino se disfruta hoy con más naturalidad, curiosidad y alegría que nunca, el auge de etiquetas atlánticas como el albariño confirma que la cultura vitivinícola en Puerto Rico no solo está en plena evolución, sino que vive un momento de entusiasmo contagioso.
Y en ese viaje de descubrimiento, Galicia y Puerto Rico seguirán brindando, unidas por el Atlántico, en cada copa.