Montessori sin mitos y con propósito: Educar con libertad, límites y autonomía

Una especialista explica por qué este enfoque transforma el aprendizaje desde la autonomía y el respeto al ritmo de cada niño

Sin premios ni castigos, sin pantallas y con un entorno adaptado al niño: así funciona Montessori, un método con más de un siglo de vigencia que apuesta por la libertad con límites.

La metodología Montessori, desarrollada por la médica, activista y pedagoga italiana María Montessori a inicios del siglo XX, es mucho más que una corriente educativa: es una filosofía que respeta los tiempos, intereses y procesos de cada niño.

Laura Pérez, especialista en la metodología Montessori, compartió en exclusiva con NUEVA MUJER los pilares y ventajas de este enfoque centrado en el desarrollo neurológico infantil.

Pilares fundamentales

Montessori se estructura sobre cinco pilares fundamentales, independencia, el respeto, la observación y el aprendizaje a su propio ritmo y un ambiente preparado.

El primero, la vida práctica, está orientado a fomentar la autonomía desde edades tempranas. “Un niño autónomo se fortalece emocionalmente, aprende a resolver problemas y desarrolla una autoestima saludable”, explica Pérez. Por eso, en los ambientes Montessori todo está dispuesto a la altura del niño: mesas, materiales, estantes y hasta filtros de agua.

Un entorno preparado, no decorado

En contraste con entornos escolares sobrecargados visualmente, el aula Montessori prioriza espacios neutros, limpios y ordenados. La especialista destaca que los niños necesitan entornos preparados que minimicen el sobreestímulo y favorezcan la concentración. “Las paredes no están decoradas con animales o dibujos. Todo está dispuesto para que el niño se enfoque en su aprendizaje, no en distraerse”.

Nada de pantallas: aprendizaje práctico y activo

Uno de los aspectos más innovadores es la ausencia de pantallas en el aula. Pérez advierte sobre el impacto negativo de los dispositivos electrónicos en la infancia, especialmente antes de los siete años: “La pantalla interfiere en la socialización, limita la curiosidad y afecta el desarrollo emocional”. En lugar de tablets, los niños trabajan con materiales autoconstructivos que les permiten aprender a su ritmo, cometer errores y descubrir soluciones por sí mismos.

Sin premios ni castigos: disciplina desde la comprensión

Otro punto clave de la metodología es que no se utilizan premios ni castigos. “El niño aprende porque quiere aprender, no porque reciba una recompensa o evite una sanción”, dice Pérez. El enfoque Montessori promueve la disciplina interna y la autorregulación a través de la comprensión del entorno y sus límites.

Más de un siglo educando con propósito

Lejos de ser una tendencia reciente, Montessori tiene más de un siglo de historia. Nació cuando María Montessori, la primera mujer médica de Italia, comenzó a trabajar con niños considerados “con problemas neurológicos”. Al ofrecerles un entorno adecuado, logró que se destacaran en exámenes escolares por encima de otros alumnos.

Libertad no es hacer lo que se quiere

Finalmente, Pérez aclara un mito frecuente: “No es verdad que los niños Montessori hacen lo que quieren. La metodología se basa en la libertad con límites claros, en el respeto mutuo y en la preparación del adulto”. Esta educación personalizada permite que los niños avancen a su propio ritmo, sin restricciones de edad para acceder al conocimiento.

Montessori en casa: simple, accesible y transformador

Montessori, lejos de requerir grandes inversiones, puede implementarse en casa con gestos simples: un colchón en el suelo, utensilios accesibles, espacios ordenados y tiempo de calidad con el niño. Porque, como afirma Laura Pérez, “cuando el niño descubre que puede, su hambre de conocimiento se despierta, y eso no tiene precio”.

La metodología Montessori invita a repensar el papel del niño como protagonista activo de su aprendizaje. No se trata de una tendencia moderna ni de una corriente permisiva, sino de una filosofía educativa con bases sólidas, respaldada por más de un siglo de resultados positivos. Su aplicación, tanto en aulas como en el hogar, demuestra que educar con libertad, pero también con estructura, es posible y transformador.

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