En el 2005, un grupo de residentes médicos recién graduados se manifestó frente al Capitolio para reclamar la anulación de reformas que alzaban sus salarios y la congelación de un estipendio mensual de $2,500, una problemática que todavía resuena.
Entre la multitud, estaba el doctor William Félix Rodríguez, quien estudió medicina de emergencia y, por una preocupación a que continúe el estancamiento, tomó una plaza de segundo año de residencia en Nueva Jersey.
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Veinte años después, regresa a Puerto Rico, luego de haberse trasladado a Wichita, Kansas, que describió como “el medio de la nada”; a Carolina del Norte, donde hizo su subespecialidad anhelada de medicina deportiva en la Universidad de Duke; y en Orlando, Florida.
En ese último traslado, además de cumplir su meta de practicar la medicina deportiva, lo conmovió la pandemia del COVID-19, por lo que regresó a su formación principal para trabajar en la sala de emergencias del Hospital de Veteranos. Pero, allí, en medio de una crisis salubrista sin precedentes, se percató de la fragilidad del sistema y la injusticia, tanto con los profesionales como los pacientes.
“Me di cuenta que yo no pude salvar a estos pacientes y que mi trabajo individualizado de ver un paciente a la vez no era suficiente”, expresó en llamada con Metro Puerto Rico.
También reconoció la falta de humanidad que puede haber entre la clase médica, que le chocó más cuando tuvo a su hijo mayor, Esteban, quien nació con síndrome de Down.
“Es prácticamente una costumbre heredada en generaciones en la medicina donde nos referimos a un paciente por su condición primero y nos olvidamos de su nombre y su apellido, y eso a mí me apesta”, reflexionó. “Creo que la inclusión en la medicina comienza cuando reconocemos que nuestro lenguaje está viciado y tenemos que preparar formas y vías de corregirlo. Yo creo que el primer paso es reconocer que este individuo es una persona”.
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Félix Rodríguez, quien hoy se dedica mayormente a la salud pública para ampliar el acceso a tecnología y conduce el pódcast Salud 24/7, dirigió un mensaje a la clase graduanda de medicina de su alma mater, la Universidad Central del Caribe (UCC), y les exhortó a educar para aumentar la accesibilidad a la medicina.
“La educación es el método más costo efectivo que existe como método preventivo”, subrayó.
La UCC graduó hoy a 79 nuevos médicos, junto a otros 104 nuevos profesionales de la salud en las ramas de quiropráctica, ciencias biomédicas, tecnología de imágenes médicas y consejería en abuso de sustancias como parte de la quincuagésimo cuarta colación de grados de la institución. El 59% de los estudiantes de medicina harán su programa de residencia en la isla.
Durante los actos de graduación, se otorgaron dos doctorados Honoris Causa: uno póstumo, al destacado industrial, filántropo y miembro de la Junta de Síndicos de la UCC, Edgardo Fábregas; otro a la ingeniera química Olga González Sanabria, científica e inventora puertorriqueña y primera mujer en alcanzar la posición de directora de ingeniería en el Centro de Investigación Glenn de la NASA.
También se graduaron profesionales procedentes de otras ramas, como contabilidad y arquitectura, así como estudiantes que obtuvieron su doctorado en medicina y acupuntura.