Desde hace muchos años existe un mito sobre la relación entre la artritis y correr. Muchos aseguran que tienen una conexión amplia que incide sobre la salud. Debido a este escenario, un integrante de la Harvard Medical School, Robert H. Shmerling, decidió romper el silencio.
Correr sí se relaciona con la artritis. “Muchos que practican este deporte temen desarrollar artritis, que es una inflamación de las articulaciones que puede resultar en dolor, rigidez y reducción del movimiento. Existen tipos, siendo la osteoartritis y la reumatoide las más comunes”, mencionó Clínica Mayo.
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Tal enfermedad tiene importancia. “Puede impedirte caminar cómodamente o sentarse erguido. En algunos casos, las articulaciones pueden perder progresivamente su alineación y forma”.
¿Cómo puede afectar correr a la artritis?
El experto dijo que “la artritis, especialmente la osteoartritis, se ha pintado como un desgaste de las articulaciones, algo que correr podría acelerar”, en gran medida.
Aunque, “las posibilidades son complejas: el running podría ser la predisposición genética o un misterioso concierto entre ambos. Las investigaciones han buscado desentrañar esta intrincada melodía, y las notas que han descubierto son, al menos, alentadoras.
“Los hallazgos recientes parecen desafiar la noción tradicional. Un estudio de 2017 colocó a los corredores recreativos en una luz favorable, mostrando que tenían tasas más bajas de osteoartritis en comparación con los corredores competitivos y los sedentarios”.
Otro análisis de 2018 resaltó a los maratonianos, evidenciando “una tasa de artritis significativamente menor en comparación con la población general. Además, un análisis reciente en 2022 no encontró evidencia de daño al cartílago post-carrera. Estas revelaciones sugieren que correr no es el villano en esta narrativa, y podría, en realidad, ser un aliado silencioso”, sin duda.
Conexión
De este modo, “correr puede tener efectos variados en personas diferentes, especialmente en aquellos con obesidad, donde el exceso de peso podría ejercer una presión adicional sobre las articulaciones. Sin embargo, los datos actuales parecen inclinarse hacia una conclusión: correr no es el antagonista de nuestras articulaciones”, precisó El Heraldo.