Estilo de Vida

Bocadillos Lingüísticos: ¡RÁPIDO, rompan las puertas!

Lee aquí el nuevo bocadillo lingüístico que nos presenta la lingüista y profesora Aida Vergne.

Doctora Aida Vergne Suministrada

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“¡Rápido, rompan las puertas..., para que no las rompa el huracán!”

Esa perla de sabiduría, que parece salida de la mente de un guionista con una veta irónica, resume perfectamente la mentalidad de algunos defensores del medio ambiente. Sin embargo, la tala de árboles ante la llegada de un huracán, defendida alegremente por ellos, equivale a romper nuestras propias puertas para evitar que el huracán las rompa. ¿Absurdo, verdad?

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No estoy criticando el deseo de prevenir daños. Es comprensible que queramos proteger nuestras propiedades y vidas de los estragos de un huracán. Pero, ¿cuándo se convirtió en una opción viable derribar completamente un árbol en lugar de simplemente podarlo? En algún punto, el sentido común se perdió y ahora nos enfrentamos a este curioso dilema. ¿Curioso? Siga leyendo...

Talar un árbol es un acto definitivo e irreversible. Es el final de una vida que ha durado posiblemente décadas, incluso siglos. En cambio, podar un árbol es como un corte de cabello: da la oportunidad de crecer con más fuerza, adaptarse y cambiar. Talar es la eliminación total; podar es la oportunidad de resurgir.

La paradoja se vuelve más mordaz cuando nos damos cuenta de que los árboles, a los que ansiosamente sentenciamos a muerte, son en realidad nuestros aliados en la lucha contra los huracanes. Absorben el agua de las lluvias torrenciales, previenen las inundaciones y, con sus raíces aferradas al suelo, son un baluarte contra los deslizamientos de tierra.

Por lo tanto, al decir “Rápido, rompan las puertas pa’ que no las rompa el huracán”, estamos admitiendo que preferimos causar nuestro propio daño en lugar de permitir que la naturaleza haga su trabajo. Optamos por el desastre seguro y autoinfligido en lugar de enfrentar el posible riesgo. Esencialmente, estamos cortando nuestra propia nariz para evitar un catarro.

Puede ser más fácil talar un árbol que tomarse el tiempo y el esfuerzo para podarlo correctamente, pero los costos a largo plazo de la tala son mucho mayores. ¿Y cuál es el precio de una puerta comparado con el de un árbol? Una puerta puede ser reemplazada, pero un árbol, una vez talado, no puede volver a crecer.

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La próxima vez que mire con aprensión un árbol en la víspera de un huracán, piense dos veces antes de tomar la sierra. En lugar de “rápido, rompan las puertas pa’ que no las rompa el huracán”, deberíamos decir “rápido, arreglemos las puertas, porque no queremos que el huracán las encuentre ya rotas”.

Una puerta rota no es más que una oportunidad para que el huracán se cuele en nuestra casa. Y en el caso de los árboles, una selva talada es una invitación abierta para que los efectos devastadores del huracán arrasen con todo a su paso. En lugar de optar por la destrucción preventiva, debemos enfocar nuestras energías en prepararnos de manera inteligente para los huracanes que se avecinan.

Podemos comenzar por comprender que la tala de árboles no es una solución, sino un problema en sí mismo. Si el huracán es una amenaza, la deforestación es una condena. En lugar de tratar a los árboles como enemigos que debemos derribar, debemos reconocerlos como aliados en la lucha contra los estragos del calentamiento global y los fenómenos climáticos extremos.

Podemos podarlos, cuidarlos y fortalecerlos para que puedan soportar mejor estos fenómenos atmosféricos. En lugar de romper nuestras propias puertas, deberíamos reforzarlas. Y en lugar de talar nuestros árboles, deberíamos podarlos y cuidarlos, para que puedan seguir cumpliendo su crucial función en el ecosistema.

En un mundo cada vez más amenazado por el calentamiento global, los huracanes son una realidad que debemos enfrentar. Pero recordemos que nuestras acciones pueden marcar la diferencia entre un desastre natural y una catástrofe autoinfligida.

Así que la próxima vez que un huracán se acerque, en lugar de sacar la sierra, saquemos las tijeras de podar. En lugar de decir “rápido, rompan las puertas”, digamos “rápido, reforcemos las puertas”. Porque al final del día, un árbol fuerte y saludable puede ser nuestra mejor defensa contra el huracán.

No talemos nuestros propios árboles. En vez de destruir nuestros recursos, cuidémoslos. Y en vez de ceder ante el pánico, enfrentemos el huracán con preparación, resistencia y resiliencia.

Puedes leer más bocadillos lingüísticos aquí.

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