Normalmente, las personas obsesionadas con la comida sana suelen ser sumamente estrictas en este aspecto. Su dieta diaria gira en torno a alimentos que cuenten con vitaminas, productos ecológicos, cero colorantes y conservantes.
“Lo que comen no es necesariamente más sano, ya que no siempre disponen de la información correcta sobre lo qué es más recomendable desde el punto de vista nutricional. Es más, tienden a tener carencias y a poner en riesgo su salud porque se centran demasiado en unos alimentos en detrimento de otros”, argumentó Cuídate Plus.
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Aunado, “esta preocupación excesiva por la comida sana se genera en múltiples ocasiones como una vía de escape emocional con la que la persona puede centrarse en algo tangible para evadirse de otras preocupaciones que se siente incapaz de gestionar”, dijo la psicóloga Rocío Rodríguez.
Más allá de la comida sana
“Se aprecia en quienes padecen la conocida ortorexia una necesidad de construirse la identidad desde la forma en que se alimentan”, informó el integrante del Grupo de Trabajo de Trastornos del Comportamiento Alimentario y Obesidad del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, España.
Añadió el profesional en la materia, más allá de la comida sana: “Hay personas que tienen una necesidad de pertenecer a una comunidad mayor de personas que comparten la misma manera de hacer las cosas o los mismos valores”.
Llega a ser sumamente delgada “la línea que separa el interés o la preocupación de la obsesión por la comida sana. La clave está en el daño físico y mental que ocasiona en quienes lo padecen. Aislamiento social, ansiedad, déficit de hierro, vitaminas y otros nutrientes son algunas de sus consecuencias”, precisamente.
Estrictas
Las mujeres son las más afectadas actualmente. “Suelen ser personas muy estrictas, controladoras, exigentes y con perfiles de personalidad con rasgos obsesivo-compulsivos”, señaló la psicoterapeuta Rodríguez.