SAN JUAN (AP) — Una especie de lagartijo que solía vivir en bosques ha evolucionado genéticamente a fin de sobrevivir en centros urbanos, dicen científicos.
El anolis cristatellus puertorriqueño, un lagartijo marrón con una garganta naranja brillante, ha desarrollado escamas especiales a fin de poder aferrarse mejor a superficies lisas como paredes y ventanas, y ha desarrollado extremidades más largas a fin de poder moverse más rápido en zonas despejadas, dicen los científicos.
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“Estamos viendo su evolución a medida que ocurre”, notó Kristin Winchell, profesora de biología de la Universidad de Nueva York y la principal autora del estudio publicado el lunes en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences.
A medida que avanza la urbanización en todo el mundo, es importante entender cómo los organismos se adaptan a fin de poder diseñar ciudades de manera que soporten todo tipo de especie, expresó Winchell.
El estudio analizó 96 de esos reptiles y comparó la composición genética de los lagartijos selváticos con las que viven en la capital de Puerto Rico, San Juan, y en las ciudades de Arecibo en el norte y la de Mayagüez en el oeste. Los científicos hallaron que 33 genes del genoma del lagartijo estaban asociados con la urbanización.
“Difícilmente se podrá hallar una prueba más fehaciente”, consideró Wouter Halfwerk, ecologista evolucionario y profesor de la Universidad de Vrije en Ámsterdam quien no estuvo involucrado en el estudio.
Halfwerk se expresó impresionado de que los científicos hayan podido hallar una prueba tan clara de adaptación genética: “El objetivo primordial en el campo de la evolución genética es encontrar pruebas de rasgos hereditarios y su arquitectura genética”.
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Winchell explicó que las diferencias físicas entre los lagartijos parecían verse reflejadas a nivel genómico.
“Si las poblaciones urbanas están evolucionando con cambios físicos y genómicos paralelos, hasta podríamos ser capaces de predecir cómo la población responderá a la urbanización simplemente viendo rasgos genéticos”, declaró la experta.
Los cambios en estos reptiles, que en promedio tienen siete años de vida, pueden ocurrir muy rápidamente, en espacio de entre 30 y 80 generaciones, permitiéndoles eludir a depredadores y sobrevivir en zonas urbanas, añadió Winchell. Las extremidades más largas, por ejemplo, les permiten correr más rápido por un estacionamiento caliente, y las escamas les permiten aferrarse a superficies más lisas que las de los árboles.