Hay rituales, tradiciones, gestos compartidos que, en cualquier momento, sirven para honrar la memoria de seres amados que fallecieron. La época navideña suele despertar esas memorias especiales y, en algunas personas, producir sentimientos de melancolía.
Cuando ha pasado poco tiempo desde esa pérdida, esas emociones pueden presentarse con más intensidad y frecuencia, pero es importante prepararse para poder transformarlas en experiencias que ayuden a ir sanando el dolor que deja su ausencia, coincidieron dos psicólogos clínicos.
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“Es normal que en Navidad los recuerdos acerca de la persona que amo estén más presentes, porque no vamos a poder celebrar con ella. Puede que sintamos que no hay razones para celebrar”, dijo el psicólogo Héctor Pérez López acerca de los sentimientos de dolor, angustia, tristeza, coraje y frustración que la pérdida puede producir. Estas emociones no le deben incapacitar de realizar sus actividades habituales, sostuvo.
Cómo una persona puede tener más probabilidad de superar la pérdida de su ser querido, dependerá de las referencias de vida que le sostienen para salir adelante y ayudar a otros a seguir. Esas referencias, indicó el psicólogo, incluyen un buen equilibrio emocional, contar con una red de apoyo, tener una creencia espiritual o la combinación de estas.
“La mayoría de nosotros, de una manera u otra, vamos a estar experimentando duelos en gran parte del año, pero en esta época se crean muchas memorias que te duran el año completo. Es por eso que duele más”, señaló, por su parte, la psicóloga clínica Veroshk Williams. La especialista recomendó que, para poder gestionar las emociones adecuadamente, no se debe improvisar. Dijo que, aunque la persona se sienta bien, debe anticipar que el dolor y los recuerdos aparecerán.
Por eso, es importante hacer un plan. “Es importante decidir qué es lo que va a hacer y comunicarlo a los demás para que no haya segundas emociones” o no dejarse arrastrar por las decisiones de otros, explicó Williams. Habrá días para “doler” a la persona ausente, otros días para disfrutar sus actividades propias y otros para relacionarse espiritualmente con ese ser querido.
Entretanto, Pérez sostuvo que no hay por qué renunciar a las tradiciones familiares que existían previo al fallecimiento del ser querido. Sugirió que celebren de manera más íntima que antes, que saquen un espacio para hacerle algún tributo, coloquen una fotografía, y, en caso de que practiquen alguna religión, realicen algún ritual juntos. Enfatizó en lo positivo que puede ser para todos realizar actividades que les recuerde a la persona ausente de manera positiva.
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“Cuando te enfocas en las cosas positivas de esa experiencia, te alejas de la pérdida y la angustia, y comienzas a transferirla a una experiencia espiritual. Vas a recordar el legado y el valor de esa persona en tu vida”, dijo Pérez. A eso Williams le llamó “cultivar la relación desde el espacio mental”, como ir al lugar de comida favorito o ir de compras con esa persona en mente.
El duelo inconcluso
Pérez López diferenció entre el duelo por una muerte cercana al periodo navideño y el duelo inconcluso o no trabajado. Este último puede generar emociones más radicales. La persona no quiere salir ni compartir con otros o, incluso, experimentar pensamientos de muerte. “Esto no necesariamente tiene que ver con el periodo de la Navidad y debe buscar ayuda para atenderse”, sostuvo.
Otras conductas a observarse son aquellas en que el desánimo se deba a otras pérdidas que ocurrieron en el trascurso del año, como un despido laboral, problemas económicos, separaciones amorosas o no haber logrado aquellas resoluciones que se había propuesto. “A pesar de las dificultades, siempre hay razones para agradecer lo vivido”, expresó Pérez López.