¡No bendito, no! Aunque es posible, morirse no es la idea. Dios nos proteja. Pero mire, mi queridísimo METRO LECTOR, hay que reírse y mucho. No por no llorar, sino por nuestra salud mental y por las tropecientas mil razones muy poderosas que paso ya mismito a detallar. Pero primero, ¿qué rayos es eso de lúdico? Esa palabrita medio extraña y quisquillosa nos llega del latín “ludus”, significa “juego”. El término se refiere a aquello relacionado con eso mismo, al juego y la diversión, y se utiliza a menudo para describir actividades o elementos que tienen un carácter divertido. Entonces, un ambiente lúdico es un entorno que promueve la diversión y el juego.
En el contexto del lenguaje, el término “lúdico” se refiere a los aspectos divertidos o humorísticos del uso de la lengua, como por ejemplo, los sabrosos Bocadillos Lingüísticos (jeje), el juego de palabras, los chistes y otras formas de humor en el lenguaje. Se trata de una parte importantísima de la comunicación y puede ser usada para una variedad de propósitos, como establecer vínculos sociales. ¡Pero eso no es todo! Ese elemento lúdico del lenguaje puede ser empleado como una forma de lidiar con situaciones difíciles o estresantes, y como un medio de expresarse de manera creativa. También puede utilizarse intencionalmente en ciertas formas de escritura, como la sátira, para crear un efecto humorístico (Quevedo, por ejemplo, era un maestro del humor, y si no me cree, léase las Gracias y Desgracias del Ojo del Culo; está en internet, por si acaso le pica... la curiosidad, jajajaja).
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¿Seguimos? Oka, pues sigamos. Además de sus funciones sociales y creativas, el elemento humor también puede tener beneficios cognitivos. ¡Léame bien! Mejora la memoria, la retención de información, el pensamiento crítico y la resolución de problemas. También promueve una actitud positiva hacia el aprendizaje. No es poca cosa como ve. Estamos hablando de una parte importante y valiosa de la comunicación que puede enriquecer nuestras vidas y fomentar el crecimiento personal y social. Como si con lo anterior no bastara, el humor es una herramienta excelente de expresión creativa. Y lo mejor de todo es que no cuesta nada.
Mi querido lector, el humor es un asunto muy SERIO, y una herramienta poderosa que puede tener un impacto significativo en la forma en que pensamos y aprendemos. A pesar de que a menudo se subestima, le repito que el humor puede tener considerables beneficios cognitivos, sobre todo en el contexto de la educación. ¿Cómo? Ayuda a captar la atención de las personas y hace que la información sea más interesante y agradable de aprender. Además, el humor puede ayudar a fijar la información en la memoria a largo plazo porque se asocia con emociones positivas que pueden ser más fáciles de recordar. No es invento. Un estudio publicado en el Journal of Educational Psychology encontró que los estudiantes a los que se les enseñó material utilizando videos humorísticos obtuvieron resultados significativamente mejores en una prueba de retención en comparación con un grupo de control (Abedi & Fathabadi, 2015).
Otro beneficio importante del humor es su capacidad de ayudar a las personas a ver las cosas desde distintos ángulos y a ser más creativas a la hora de buscar soluciones. También puede ayudar a relajar la mente y reducir la tensión, lo que facilita el pensamiento claro y la toma de decisiones (Geri, 2018).
Además de estos beneficios cognitivos, el humor también puede tener un impacto positivo en la motivación y la actitud hacia el aprendizaje. Las personas que experimentan emociones positivas durante el aprendizaje, como la risa, pueden sentirse más motivadas y dispuestas a continuar estudiando y aprendiendo. Esto puede ser especialmente valioso para los jóvenes y los estudiantes universitarios, que a menudo pueden sentirse abrumados o desmotivados por la cantidad de trabajo y responsabilidades que tienen.
Por último, pero no menos importante, el humor puede ayudar a romper el hielo y crear un ambiente más relajado y agradable en el aula o el lugar de trabajo. Esto puede facilitar el diálogo y el intercambio de ideas, súper beneficioso para el aprendizaje y el crecimiento personal (Quinn & Trench, 2009).
¡Cojan oreja los docentes! Añádale una pizca de humor a sus lecciones y, de paso, disfrute aún más su trabajo. Insisto. Es fundamental que los profesores y educadores utilicen el humor de forma adecuada y apropiada en sus clases y actividades docentes. Esto puede implicar contar chistes o historias divertidas, usar imágenes o vídeos cómicos, o simplemente tener una actitud positiva y relajada durante las clases. Ya es hora de que nuestros centros de enseñanza sean espacios que generen felicidad en vez de ansiedad y estrés. Tenemos que entender que el proceso de enseñanza y aprendizaje debe ser placentero, cómodo, divertido, una experiencia positiva. No se equivoque ni me malinterprete. No se trata de convertir el salón en un circo. Ni tampoco de “morirnos” de la risa. Pero por favor, no los mate de ansiedad o aburrimiento. ¿Me sigue?