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Bocadillos Lingüísticos: ¿Díceselo?

Lee aquí el nuevo bocadillo lingüístico que nos presenta la profesora Aida Vergne.

Doctora Aida Vergne Suministrada

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Lo prometido es deuda, ¿verdad? Pues bien, le cuento de díceselo. De acuerdo con el Diccionario panhispánico de dudas, díceselo es una forma dialectal que muy probablemente representa una forma antigua de conjugar ese verbo. En el español culto moderno lo correcto es díselo (sí, con s, no con c). Díceselo es una manifestación de redundancia, considerada como una incorrección —o una hipercorrección— que se recoge en Colombia, Guatemala, México, Santo Domingo, Puerto Rico, Perú, Chile y Andalucía.

Díceselo es redundante por más de una razón. Podríamos interpretar que hay una repetición del pronombre enclítico se, que sería el equivalente a decir algo así como dáseselo. Ese díceselo, por más incorrecto que sea, representa una igualación. Al decir díceselo, el hablante lo que está haciendo es, inconscientemente, igualando el imperativo del verbo irregular decir al imperativo de los verbos regulares. Me explico con un ejemplo facilito: en el verbo regular coser, la segunda persona del imperativo sería cose, y la forma verbal de la cual estamos hablando sería cóseselo. El verbo decir, por el contrario, es irregular y el imperativo de la segunda persona es di y no dice. No obstante, el hablante, sin pensarlo, hace regular el verbo decir y utiliza dice como imperativo y pronuncia díceselo, en vez de díselo, que es la foma irregular “aceptada” como correcta. Curioso, ¿verdad? ¡Fascinante!

Traviesa esta lengua nuestra. Ja, ja, ja. Y a los puristas recalcitrantes, que se preparen, pues el habla popular, de la gente como usted y como yo, tiende a restablecer la regularidad de las formas orales, que a veces triunfa entre los hablantes, y otras, no. Por eso, muchos dicen: “Yo financio” y no “Yo financeo”, o “Yo me alinio” y no “Yo me alineo”. Estamos regularizando lo irregular.

Ya lo sabe, díceselo responde a la tendencia general de los hablantes de regularizar los verbos imperativos irregulares. ¿Cómo? Pues a través de una de las más grandes fuerzas que gobiernan la lengua: la analogía. Díceselo es una manisfestación clara de esa fuerza niveladora.

Amigo mío, sepa, pues, que por el momento no es díceselo; mañana sabrá dios. Y bien, si ya terminó de leer este “Bocadillo”, díselo, con s, a todo el mundo y comparte tu METRO.

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