Tienen que ir de la mano, una característica depende de la otra, se necesitan y ambas pueden generar mejores resultados. Los ejercicios físicos y una verdaderamente dieta balanceada son indispensable para poder lograr el objetivo cuando se quiere adelgazar o perder kilos por estética o salud.
El gran tema radica es que cuando se le agarra el gusto al entrenamiento, sobre todo cuando se comienzan a ver cambios significativos, la comida ligera o poca cantidad de consumo no es suficiente ya que el cuerpo exigirá indudablemente reponer las energías perdidas.
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Un equipo de investigadores realizó un estudio publicado recientemente en Nature, en el que se sugiere que las personas que comienzan a hacer ejercicio sin controlar también su ingesta calórica generalmente bajan pocos o ningún kilo, y con el tiempo, hasta pueden aumentar de peso.
Estudios
Muchos factores influyen, incluida la condición física actual de alguien, la masa corporal, la dieta, el género, la genética, la tasa metabólica e incluso el momento del ejercicio. Si se siente un hambre voraz en las horas posteriores a un entrenamiento, fácilmente se puede terminar consumiendo más calorías de las que se quemó. Pero lo que hace que se sienta hambre, o no, después de hacer ejercicio hasta ahora fue un misterio.
También se detalló que los ejercicios alteran los niveles de hormonas leptina y grelina, las cuales viajan al cerebro y nos impulsan a estar más o menos interesados en comer. Algunos investigadores comenzaron a preguntarse si podría haber algún tipo de reacción específica del ejercicio que influya en el apetito.
Así que los científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, el Baylor College of Medicine, la Universidad de Copenhague y otras instituciones utilizaron técnicas recientemente desarrolladas para buscar esas moléculas que aparecieron en mayor número en el torrente sanguíneo después del ejercicio.
“Los resultados son fascinantes y agregan una nueva dimensión a nuestro pensamiento sobre el ejercicio y la regulación del peso corporal”, dijo Richard Palmiter, profesor de Bioquímica en la Universidad de Washington en Seattle y experto en neurobiología del comportamiento que no formó parte del nuevo estudio.