Mi adoradísimo Lector de Metro, hoy le vengo con una historia de un “sonido” que no suena. Jajajajajajaj, Así como lo lee… En la ortografía de 1999, la Irreal Academia se refería a ella de esta forma: “La h (...),no es más que un signo ortográfico ocioso, mantenido por una tradición respetable”. En la Ortografía de 2010, la Academia suaviza un poco su descripción para decirnos que la hache “...en la mayoría de sus usos, constituye un mero signo gráfico carente de correlato fónico...‚”, ¡dito!, Pues mire, sepa que en tiempos del latín culto la hache representaba un sonido aspirado, que eventualmente desapareció, aunque su grafía se mantuvo. De manera que la letra hache es algo así como un vestigio latino, una evidencia silente de la etimología original de la palabra en tiempos del imperio y antes, como en los ejemplos que nos ofrece la propia Ortografía: anhelar del latín anhelare, exhibir, de exhibere, hábil, de habilis, hiedra, de hedera, etc. En “las primeras etapas del español medieval”, periodo durante el cual la escritura se basaba más que nunca en la pronunciación, “muchas palabras de voces latinas con hache se empezaron a escribir sin ella, como por ejemplo, omne (hombre), onor (honor)”. Pero, más tarde, “el criterio etimológico” se impuso y las haches, a pesar de que ya eran mudas, se reincorporaron a la lengua escrita, desde mediados del siglo 13, y con especial énfasis desde el siglo 15. Es decir, que la hache estuvo ahí, luego fue ignorada y borrada de la lengua escrita, y más tarde fue repuesta. Desde entonces, perdura hasta nuestros días. La hache, aún cuando “no suena”, se las trae porque, suena, depende de dónde se ubique la muy granuja. Y eso me recuerda el chiste viejo y mongo de la palabra HabicHuela…. ¿Cómo sonaría sin hache? Literal, Abicuela. ¡Buen provecho y mejor Metro Jueves!
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