El vocablo “papi” es un hipocorístico, es decir, una palabra que, en forma diminutiva o infantil, se usa como designación cariñosa o familiar de papá. Otros, de uso frecuente y aplicables a padre serían “pai” y “pa”. Pero esto de papi pica y se extiende un como un chicle semántico. Fíjese: papi es una palabra polisémica con una gran vitalidad en todos sus contextos de uso. ¿No me cree? Mire, más allá de “el que engendra” basta una consulta rápida al Tesoro Lexicográfico de Español de Puerto Rico, de las doctoras María Vaquero y Amparo Morales, para encontrar “a ese otro ‘papi’, y sus variantes, como ‘papasito’, con el sentido de concubino, o apelativo cariñoso de la mujer a su amante.
También, ‘papisón’, ‘papasongo’ y ‘papitongo’ con el significado de buen mozo”. Las últimas dos, revelan una clara influencia africana que se refleja en las terminaciones -songo- y -tongo-, específicamente en las consonantes consecutivas “ng”, características de muchas lenguas del oeste de África.
El Tesoro nos presenta además, otras palabras con la misma connotación de hombre guapo como lo son ‘papichulin’, ‘papisón’ y ‘papisuqui’, entre otras que han mermado en su uso. “Papi”, hasta el momento, sigue invicta y más vigente que nunca, sobre todo, por la variedad de connotaciones que provee que distan mucho de la paternidad propiamente. De cualquier manera, muchas felicidades a todos esos METRO papis, tíos, abuelos y en su día!