¡Mi querido METRO lector! ¿Cómo anda? Yo muy contenta -¡¡¡a pesar de todo!!! - En fin, que hoy le cuento sobre la aféresis, un fenómeno lingüístico (fonético) que básicamente se deshace de sonidos y hasta de sílabas, pero lo que lo distingue de otros procesos fonéticos es que ocurre única y exclusivamente en principio de palabra. Y... ¿por qué ocurre? Pues aunque parezca una contradicción, la razón es porque “queremos” ser más eficientes y económicos al hablar. Cuando nos comunicamos, vamos, sin darnos cuenta, modificando sonidos, agregando o quitando aquí y allá, y también eliminando aquello de lo cual podemos prescindir sin perder sentido. Con el tiempo, algunas de las nuevas formas se asientan en nuestros decires. Ese uso constante de palabras “con pollina recortada” se convierte entonces en costumbre. Tanto es así que a veces ni sabemos que estamos ante una aféresis. De hecho, algunas tienen la feliz suerte de entrar el diccionario. ¿Ejemplos de aféresis? “Tonces” por entonces, “mano” por hermano, “chacho” y “acho” por muchacho y así... También se manifiesta en frases como “chas gracias”. El CHELO es pues la feliz aféresis del violonchelo. Debe saber que la aféresis es muy productiva en nombres propios como lo son Lupe y Guadalupe, Tina y Martina Fina y Josefina, Toño y Antonio, entre otros tantos que pierden sus sonidos iniciales. A pesar de que la aféresis es un fenómeno fonético muy antiguo, se mantiene muy productivo, especialmente con la generación del... ¿ xting? ¡Jajaja! ¡Nos vemos ...ontito!
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