Las mujeres somos complejas y aun cuando somos más cuidadosas que los hombres en temas de salud, tenemos ese miedo natural a acudir al médico.
Uno de los errores más comunes es esperar tener síntomas para realizarse estudios. Esta situación las hace vulnerables a esas enfermedades silenciosas mortales que si se detectan a tiempo, pueden salvar muchas vidas.
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Aun cuando mantengan hábitos de vida saludable, hay una serie de chequeos que no deben pasarse por alto y podrían detectar graves problemas.
Por cada etapa un estudio
Según los expertos, las mujeres tienen varias etapas y por cada una hay estudios determinados para detectar enfermedades que dan con mayor frecuencia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), asegura que en la etapa de la adolescencia la prevalencia es las enfermedades de transmisión sexual (ETS), una vez iniciadas las relaciones sexuales. Aseguran que dentro de éstas, una de las más prevalentes es el Virus del Papiloma Humano (VPH).
Verónica Maldonado, médico del hospital escuela de la Universidad de Buenos Aires (UBA), asegura que durante esta etapa lo recomendable es “la consulta ginecológica y la educación sexual para promover medidas de prevención de las ETS mediante la anticoncepción con métodos de barrera y estimular la vacunación”.
Durante la edad reproductiva y mujeres adultas las afecciones que prevalecen incluyen el VIH, los trastornos del embarazo, y las enfermedades oncológicas como el cáncer de cuello uterino.
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Una de las etapas más importantes durante la vida de la mujer y donde está más vulnerable es la menopausia. En este proceso, el nivel de hormonas disminuye generando un impacto en la salud de la mujer.
“Los estrógenos producidos por el ovario tienen un efecto en el ciclo menstrual, pero a su vez son conocidos cardioprotectores y fotoprotectores, y es por ello que su disminución genera un aumento en el riesgo cardiovascular y óseo de la mujer”, explicó Maldonado a Infobae.
En esta etapa es de vital importancia el control cardiovascular de rutina, además de las consultas ginecológicas.
Con la menopausia “se generan alteraciones a nivel de los órganos sexuales, produciendo el síndrome genitourinario de la menopausia, disfunciones sexuales, como también alteraciones a nivel del sistema nervioso central incrementando el riesgo de demencias, trastornos del sueño y migrañas”.
Estudios indispensables
De acuerdo a las etapas y la edad de la mujer estos son los estudios que se recomiendan para tener bajo control la salud y evitar riesgos:
Examen pélvico
Esta prueba que practican de forma rutinaria los ginecólogos a partir de los 13 o 15 años se compone de tres partes: el examen de la parte exterior de los genitales; el análisis del interior con un espéculo (un aparato que ayuda a abrir las paredes de la vagina y observar correctamente el cérvix); y un examen manual para palpar los órganos internos (el útero, los ovarios y las trompas de falopio).
En ocasiones, el médico puede acompañar la prueba de un examen rectovaginal (introduciendo un dedo por el ano durante la prueba).
Papanicolaou (PAP)
Es la citología del cuello uterino que tiene como objetivo detectar células anormales con la finalidad de realizar un tratamiento adecuado y así prevenir el desarrollo de un cáncer cervicouterino.
Algunos médicos lo recomiendan a partir de los 21 años, mientras que otros aseguran que es necesario al año o tres años del inicio de las relaciones sexuales, reseña El Confidencial.
Debe hacerse de forma anual al menos hasta los 64 años. Discontinuarlo queda a criterio médico acorde a los antecedentes de la paciente.
Test del Virus del Papiloma Humano (VPH)
El test se hace en mayores de 30 años. Al realizarlo a partir de esta edad, sólo se recomienda cada 3 años hasta los 65. Si se utiliza en forma de cotest se realizará cada 5 años hasta los 65.
No se deberán hacer ecografías ginecológicas y mamarias de rutina en pacientes con examen físico ginecológico normal y sin sintomatología.
Mamografía
Se recomienda la realización de una mamografía de base a los 35 años y posteriormente realizar a partir de los 40 años en forma anual.
Según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la mamografía “es la prueba más eficaz para diagnosticar precozmente el cáncer de mama, ya que es capaz de detectar las lesiones mucho tiempo antes de que puedan ser descubiertas por una misma o por el médico”.
La prueba es, básicamente, una radiografía de la mama realizada con un aparato especial de rayos X que se ajusta al tamaño de esta.
Colonoscopia
El cáncer de colon es el tercero más común, pero el segundo en mortalidad. Es por ello que resulta de vital importancia detectarlo de forma precoz.
Aunque la colonoscopia –esto es, la introducción de una pequeña cámara en el ano, para explorar el intestino en busca de pólipos u otros indicativos de que algo no está como debiera– es fundamental para realizar un diagnóstico definitivo, existe una prueba menos agresiva que cada vez se está aplicando más como primera barrera de cribado: el test de sangre oculta en heces (TSOH).
Esta prueba es recomendable que la realicen todas las mujeres (y en este caso también hombres) de entre 50 y 69 años, aunque si se tienen antecedentes familiares se deberá realizar antes.
Densitometría ósea
La mayor reducción de la densidad mineral ósea ocurre en el año anterior a la menopausia y en los 2 años posteriores.
Las guías oficiales recomiendan realizar una densitometría corporal ósea (DMO) a los 65 años o antes a cualquier paciente menopáusica con factor de riesgo (bajo peso, fractura previa, uso de medicación de alto riesgo, enfermedad que genere pérdida ósea).