La ganadora del Oscar Kate Winslet, musa de cineastas como James Cameron, Peter Jackson, Michel Gondry, Sam Mendes y Todd Haynes, lleva décadas regalándonos personajes complejos, emocionalmente honestos y profundamente humanos.
Ahora, esa sensibilidad artística cruza una nueva frontera: la dirección. Goodbye June, su debut como directora para Netflix, no solo reafirma su instinto artístico, sino que revela una mirada íntima y madura sobre la pérdida, la familia y esas conversaciones que siempre dejamos para “después”.
La película, escrita por el joven guionista Joe Anders, hijo de Winslet y del director Sam Mendes, sorprende por la solidez de su voz narrativa.
La historia gira en torno a una familia obligada a reunirse tras el deterioro de la salud de su matriarca. La amenaza de la pérdida funciona como detonante emocional, pero también como excusa para el reencuentro, la fricción, las cuentas pendientes y, en ocasiones, incluso para el humor incómodo en los peores momentos.
Winslet dirige con la honestidad de quien ha hecho mucho cine, pero también ha vivido lo suficiente para entenderlo. El resultado es una obra delicada, empática y profundamente reconocible.
Durante una conversación por videollamada con Metro Puerto Rico, la actriz de Titanic y Avatar, ahora también directora, habló con entusiasmo sobre el origen del proyecto, su vínculo personal con el guion y el reto emocional de colaborar creativamente con su propio hijo. “Cuando Joe escribió el primer borrador, me conmovió profundamente”, confiesa Winslet.
“Pero también me levantó el ánimo el tono del texto. Yo había perdido a mi madre en 2017, cuando él aún era adolescente, y recuerdo muy bien cómo, incluso siendo logísticamente imposible, nuestra familia logró reunirse. Él observó eso con mucha atención: cómo todos estábamos ahí porque veníamos de una sola mujer, mi madre. Esa fue la base emocional que lo inspiró para crear esta historia ficticia”.
Aunque inicialmente Winslet planeaba producir la película y actuar en ella, la idea de dirigirla surgió de manera orgánica. “No estaba en mis planes dirigirla”, admite.
“Pero a medida que Joe crecía como escritor, dando saltos enormes en su desarrollo creativo, sentí que no podíamos soltar este proyecto. Sabía que me arrepentiría si no lo hacía. Además, no quería que él quedara al margen del proceso, como suele pasar cuando entra un director externo. Esta historia era demasiado personal”.
Esa cercanía se traduce en una puesta en escena que respeta el silencio tanto como el diálogo y confía plenamente en la fuerza interpretativa de sus actores. Goodbye June reúne a figuras de primer nivel, entre ellas la propia Winslet, Helen Mirren, Andrea Riseborough, Timothy Spall y Toni Collette, todos convocados por la potencia del material.
“Como ejercicio, para que Joe empezara a imaginar la película como algo real, hicimos una lista de actores ideales para cada papel”, recuerda Winslet entre risas. “Era nuestro elenco soñado”. Lo sorprendente fue que ese sueño se hizo realidad. “Los llamé uno a uno, les pedí que leyeran el guion y todos dijeron que sí. No por mí, sino por la historia”.
Para la también productora, el secreto está en el diálogo. “Joe escribe conversaciones muy reales. Es el tipo de texto que a los actores les encanta decir porque se siente natural, como la vida misma. Vamos al cine para ver versiones de nosotros mismos, para conectar. Y esta es una historia universal: todos enfrentamos la pérdida y casi nunca sabemos cómo hablar de ella”.
Ese es, precisamente, el mayor acierto de una cinta que ya está disponible en la plataforma: abrir un espacio emocional donde el espectador pueda verse reflejado. “Esperamos que la película permita tener esas conversaciones difíciles”, añade Winslet. “Que sea catártica para quienes han pasado por algo similar”.
Como cineasta debutante, Winslet demuestra una madurez poco común, construyendo desde la empatía, la experiencia y un profundo amor por el oficio. Bien podría ser el inicio de una nueva etapa creativa para la artista. Y si Goodbye June es su carta de presentación, el futuro detrás de la cámara luce tan prometedor como su ya legendaria carrera frente a ella.
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