George Clooney regresa a la pantalla con una interpretación que muchos ya consideran de sus más sólidas en años. En Jay Kelly, la nueva película de Noah Baumbach para Netflix, el actor revisita temas que atraviesan su propia vida profesional: madurez, reinvención y el peso de pasadas decisiones.
A sus seis décadas, Clooney muestra una energía renovada que dialoga con su vasta trayectoria en dramas, comedias y thrillers políticos. Pero este proyecto, en el que comparte créditos con Adam Sandler y Laura Dern, llega en un momento distinto. El personaje —una estrella en crisis personal y profesional— le permite mirar hacia atrás sin nostalgia, pero con claridad.
Clooney admite que se unió sin pensarlo demasiado: “Recibí una llamada para estar en una película de Noah Baumbach y acepté de inmediato, sin haber leído el guion”. La participación de Sandler y Dern lo entusiasmó aún más. “Lo llamé enseguida. Hemos sido amigos durante mucho tiempo y los dos estábamos emocionados de trabajar juntos. Laura… ha sido una amiga cercana por más de 40 años. Todo el set se sentía como una familia”.
Sobre el trabajo con Baumbach, reconoce que la brújula creativa del filme no está en los actores, sino en el director. “El guion marca el tono inicial, pero es el director quien realmente lo afina. Los actores no definimos el tono; estamos ahí para servir la visión del director”.
La película aborda el legado, un tema que Clooney prefiere no adjudicarse. “Es bien difícil hablar de legados porque los legados los deciden otras personas, no uno mismo”. Aun así, destaca hitos personales: Good Night, and Good Luck, su salto con Out of Sight junto a Jennifer López, y su primera colaboración con los hermanos Coen.
Y cierra con humildad: “Honestamente, alguien más va a decidir cuál tu legado será”.

