El mundo del streaming se sacudió esta semana tras la muerte de Raphaël Graven, conocido en internet como Jean Pormanove, durante una transmisión en vivo en la plataforma Kick, en el sur de Francia. El creador de contenido, de 46 años, era una figura polémica en la comunidad digital, con casi medio millón de seguidores y una trayectoria marcada por retransmisiones en las que se sometía a actos degradantes y de violencia extrema.
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Graven fue uno de los primeros streamers franceses en alcanzar notoriedad. Su estilo, sin embargo, se centraba en prácticas que generaban debate: desde humillaciones públicas hasta torturas como estrangulamientos e ingestión de químicos, a menudo alentadas por su audiencia mediante donaciones en tiempo real.
Durante los 12 días previos a su muerte, Pormanove transmitió junto a tres acompañantes: Owen Cenazandotti (alias Naruto, 26 años), Safine Hamadi (alias Safine, 23 años) y un tercero identificado como Coudoux. En videos que circularon en redes sociales, se observa cómo dos de ellos lo agredían físicamente y lo insultaban en medio de la emisión.
La ministra francesa de Asuntos Digitales e Inteligencia Artificial, Clara Chappaz, calificó el hecho como un “horror absoluto” y pidió un debate urgente sobre los límites y regulaciones de este tipo de contenidos en línea. La Policía francesa abrió una investigación, y la autopsia de Graven está programada para esta semana.
El caso no solo ha generado conmoción en Francia, sino también a nivel internacional. Figuras como el rapero Drake y el streamer estadounidense Adin Ross, vinculados financieramente a la empresa matriz de Kick, anunciaron que costearán el funeral del creador.
Más allá de la tragedia personal, la muerte de Jean Pormanove revela un lado oscuro de la cultura digital: un subgénero de transmisiones en vivo en las que los creadores se exponen a situaciones humillantes y peligrosas, alentados por la atención y el dinero de los espectadores. Su fallecimiento reabre el debate sobre la responsabilidad de las plataformas, el consumo de este tipo de contenidos y la urgente necesidad de protección en los entornos virtuales.