Nota del editor: Esta es una crónica publicada en elcalce.com y replicada en Metro Puerto Rico
Es la segunda noche de la residencia de los esperados conciertos de Bad Bunny en Puerto Rico. A pesar de que ya el secreto sobre el escenario fue revelado y muchos ya han visto videos sobre el espectáculo en las redes sociales, la fanaticada llega con las mismas energías de aquellos que tuvieron la oportunidad de presenciar el estreno de este histórico evento.
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Desde tempranas horas de la tarde, el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot ya estaba rodeado de boricuas y turistas listos para bailar toda la noche al son que les toque Benito Antonio Martínez Ocasio.
Mientras esperaba con ansias el comienzo de esta segunda función y observaba todo el ambiente festivo que rodea el recinto, recordaba la primera vez que escuché a Bad Bunny. Fue mi primo quien, para el año 2016, me contó sobre esta nueva ola del trap y un nuevo exponente llamado “Bad Bunny”. Estoy seguro de que mi reacción al nombre fue la misma de muchos: ¿Bad Bunny? ¿Qué es eso? Ese nombre como que no está muy urbano. Sin embargo, comencé a prestar atención a lo que en ese momento se estaba haciendo.
“Diles (el remix)” fue uno de los primeros temas que escuché de Bad Bunny, ya que honestamente no le presté mucha atención a los temas de SoundCloud. En ese momento, lo más que me llamó la atención fue el tono de voz del Conejo y cómo engolaba en sus canciones. Luego de eso comencé a cogerle cariño y el resto es historia.
Aquí estamos, en el año 2025, sentado en el Coliseo José Miguel Agrelot viendo a personas de todas las edades ver a un Bad Bunny mucho más maduro, consciente de lo que representa no solo para el movimiento urbano, sino para todo un país que, a pesar de todas las diferencias que tenemos en el día a día, siempre nos unimos a la hora de defender o expresar nuestra puertorriqueñidad.
Ese sentimiento se vivió desde antes de entrar al recinto en Hato Rey. La puertorriqueñidad se expresó desde la vestimenta hasta las banderas de Puerto Rico que muchos llevaron y ondearon en varias ocasiones como si se tratara de un juego del equipo nacional.
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Mensajes como: “A pesar de ser territorio estadounidense, Puerto Rico compite como país individual en acontecimientos deportivos internacionales como las Olimpiadas y Miss Universo”.
Al igual que otro que lee: “PR es un territorio no incorporado de Estados Unidos, pero tiene bandera, cultura e identidad propia”.
Los mismos se proyectaban en la bandera del escenario que recrea una de las montañas del país, que contiene vallas publicitarias electrónicas. Al mismo tiempo, esa montaña se convertía en un campo que puede representar cualquiera de los hermosos paisajes que nos regala la Cordillera Central.
Con este escenario y la icónica casa que se encuentra en la parte de atrás del escenario, todo estaba listo para dar inicio a la segunda función del concierto de Bad Bunny en Puerto Rico.
Tan pronto se apagaron las luces, los 16 mil fanáticos que se encontraban en el coliseo comenzaron a gritar, un ruido casi ensordecedor que demuestra la euforia que todos tenían por este momento que estaban viviendo.
Bad Bunny inicia el concierto con un tema que no ha sido publicado, al ritmo de la bomba y en combinación con los sonidos urbanos. Posteriormente, hace un recorrido de varias de sus canciones, incluyendo una gran sorpresa: el icónico tema “La Santa”, pero al ritmo de la bomba, demostrando que este sonido cultural tampoco pasa de moda.
Un cambio de ritmo se dio en el momento en que un músico aparece con un cuatro puertorriqueño. Aquí comenzaron a sonar los acordes de “Pitorro de coco”.
Sin embargo, la fiesta no se detuvo más cuando, luego de este tema, las 16 mil personas que fueron a la segunda función comenzaron a brincar al ritmo de “El Apagón”. Fue impresionante ver a esta multitud gritando: “Puerto Rico está bien cabrón”, mientras en las pantallas aparecía esta frase que Bad Bunny convirtió en un dicho que utilizamos a diario.
El sentido de pertenencia hacia nuestra tierra se expresó toda la noche, especialmente en los cortometrajes que mostraban las conversaciones entre Jacobo Morales y el querido Concho.
“Seguimos aquí, mi alma y corazón siguen aquí donde tú y yo estemos, es mi casa”, fue una de las frases que Jacobo le dijo a Concho al compartir una foto de una playa en Puerto Rico.
En ese momento salió la banda Chuwi para interpretar el tema “Weltita”. Cabe destacar que esta banda fue una de las más aplaudidas de la noche. Incluso, tras terminar la canción, el público comenzó a corear el nombre de la agrupación. Sin duda alguna, en el futuro escucharemos mucho sobre estos jóvenes.
Tras esto, Bad Bunny comienza a interpretar sus temas de desamor, entre estos “Si estuviésemos juntos”, “Solo de mí”, “Amorfoda”, entre otras. Este es uno de los momentos más lentos del espectáculo, incluso donde las personas toman un tiempo para sentarse luego de tanta euforia.
Sin embargo, eso no dura mucho. En el intermedio, Bad Bunny se transporta a la casita que se encuentra frente al escenario. Aquí es donde comienza un “party de marquesina” y se rinde homenaje a los viejos tiempos del reguetón, como todo comenzó.
En la segunda función estuvo RaiNao, quien también fue una de las más aplaudidas de la noche. Tras culminar el tema “Perfumito nuevo”, Bad Bunny describió a la cantante como su “artista favorita de Puerto Rico”.
Si usted tiene boletos para una de las próximas 28 funciones, prepárese, que en este momento se le hará imposible sentarse. Bad Bunny sube al techo de la tarima para interpretar su reguetón intenso con temas como “Me porto bonito”, “Bichiyal” y hasta “Safaera”.
Bad Bunny hace referencia a los exponentes del género que hicieron el camino que hoy los nuevos artistas pueden exportar al mundo.
En la segunda función, Jhay Cortez fue invitado de Benito. Como en los viejos tiempos, este dúo puso a bailar a la fanaticada con temas como “Dákiti”, “Cómo se siente” y “No me conoce”.
Esta etapa explosiva del show concluye con los temas “Veldá” y “Eoo”.
Desde las gradas, un fanático le dejó saber a Benito que su equipo, los Cangrejeros de Santurce, acababan de pasar a la semifinal del Baloncesto Superior Nacional (BSN) tras vencer a los Criollos de Caguas.
Bad Bunny comenzó a celebrar y le dejó saber al público que el equipo capitalino vencerá a los Vaqueros de Bayamón. Esta fue la única vez que el público abucheó las palabras del Conejo, dejando saber que entre la multitud dominaban los fanáticos vaqueros.
Se escuchan los pleneros, sí, como si se tratara de una parranda. Llegan los Pleneros de la Cresta para poner a todo el Coliseo de Puerto Rico a cantar “Café con ron” y dejarle saber a todos los allí presentes que este es un ritmo de todo el año, no solo de la época navideña, como muchos piensan.
Es impresionante ver a 16 mil personas bailar al son de este ritmo en un lugar como el Coliseo de Puerto Rico, venue donde dominan los artistas del género urbano y son muy pocos los espectáculos que resaltan los ritmos tradicionales de nuestra cultura. Sin embargo, esta noche fue todo lo contrario.
“Lo que le pasó a Hawái”, uno de los momentos más emotivos de la noche, con un tema que retrata la realidad histórica y política de la isla, con un llamado de conciencia a los boricuas a preservar su identidad. Aquí, por un momento se deja a un lado el sandungueo para reflexionar sobre nuestra realidad.
El escenario cambia por completo cuando “Los Sobrinos” llegan a la tarima. Al son de la salsa, Bad Bunny comienza a interpretar temas como “Callaíta”, uno de sus temas más escuchados, pero esta vez en un tono tropical.
Las 16 mil personas que llegaron hasta el Coliseo de Puerto Rico, luego de perrear hasta abajo, dieron sus mejores pasos de salsa con “Baile inolvidable” y “Debí tirar más fotos”.
Al final, la rumba continuó con “La mudanza” y un solo de todos los músicos que hicieron posible que tanto el álbum Debí tirar más fotos como la residencia fueran un verdadero baile inolvidable.
Definitivamente, Bad Bunny es un fenómeno que quizás no veamos repetirse en mucho tiempo. El chamaco que comenzó cantando “Diles”, y que en el 2016 muchos no entendían o que tal vez rechazaban por el contenido de su letra, ha puesto al mundo a bailar al son que le da la gana, y sobre todo, llevando el ritmo boricua a todas partes del mundo.
Tengo que finalizar esta crónica agradeciendo a Bad Bunny por esta experiencia, ya que fue mucho más que un concierto. La noche se sintió como una inyección de puertorriqueñidad y nos recordó que somos mucho más grandes de lo que pensamos. Que lo más importante de la vida es querer a esas personas que están a nuestro lado y que debemos tirar más fotos para recordarlos cuando ya no estén.
Quienes van a las próximas funciones, disfruten el concierto. Suelten el celular un rato y bailen —aunque no sepan, como yo— todo lo que puedan, abracen a sus amigos, parejas o a quien sea y vivan este momento, que seguramente lo estaremos contando por años.
FOTOGALERÍA por: Carlos Navarro
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