URAWA, Japón (AP) — Una obra japonesa que llamó la atención en la alfombra roja de los Oscar no era una película, sino unos peculiares zapatos cuyos tacones parecían sostenidos por la misma garra de Godzilla.
Los zapatos son obra de Ryosuke Matsui, quien recientemente describió su alegría al ver al director de “Godzilla Minus One”, Takashi Yamazaki, y a su equipo de efectos especiales del estudio de animación japonés Shirogumi caminar por la alfombra roja y ganar el Premio de la Academia a los mejores efectos visuales, todo mientras usaban su calzado.
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“Al director le encantan mis zapatos, los llama su uniforme”, dijo Matsui a The Associated Press en una entrevista.
A los 35 años y con una carrera en el mundo de la moda de apenas una década, Matsui dirige su propia marca llamada Hazama, que significa “el espacio intermedio” en japonés.
Hazama, una pequeña empresa con solo seis empleados, ofrece conjuntos femeninos con amplias faldas, así como temas góticos, kimonos y suéteres en colores degradados, chaquetas con motivos repetitivos que evocan a Andy Warhol, sofás y mesas de café y, por supuesto, zapatos con los tacones locos y un toque de kitsch.
Un par tiene un gatillo de pistola que realmente puedes apretar, aunque sin balas, mientras que otro parece estar atascado en dientes rojos como la sangre de un alienígena.
“Fantasía oscura” es como Matsui llama a sus motivos. Su mundo imaginario está lleno de criaturas extrañas como brujas, pingüinos aterradores y osos polares iridiscentes, donde los objetos se derriten repentinamente, una cara puede ser reemplazada por una rosa gigante o una mano horrible toma tu talón desde el subsuelo.
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Esos espacios intermedios de su marca son los filtros a través de los cuales Matsui ve y expresa sus fascinantes historias habitadas por “la gente” que ha inventado. El diseñador dice que le encantaría tener su propia cafetería o trabajar en un proyecto de animación.
“Por supuesto, las personas geniales se ven geniales, sin importar lo que usen, pero la ropa puede cambiar la forma en la que piensas, cómo te relacionas con las personas que te rodean, funciona como esa puerta para desarrollar tu confianza”, dijo.
La actitud amistosa y sensata de Matsui desafía su imagen recatada. Sentado en medio de montones de cajas y paquetes de ropa en su oficina en las afueras de Tokio, vestía una sudadera con capucha de Hazama con colmillos teñidos de arcoíris de un “tiburón aurora”, con jeans rotos de Yves Saint Laurent y zapatillas Nike. Dijo que no llevaba sus zapatos de Godzilla porque estaba trabajando.
Los zapatos de Godzilla se originaron como un pedido especial del productor de la película para el estreno en Japón en octubre del año pasado. La atención que recibieron en la reciente ceremonia de los Premios de la Academia fue algo imprevista.
Matsui tardó cerca de un año en terminar los tres diseños iniciales, los zapatos de 75.000 yenes (unos 500 dólares) de la actriz Minami Hamabe, los zapatos de 88.000 yenes (600 dólares) de Yamazaki y las botas decoradas con escamas dentadas, con un precio de 105.500 yenes (700 dólares), de Ryunosuke Kamiki, el coprotagonista de la película junto a Godzilla.
El primer lote de los zapatos que incluía cientos de pares se agotó. Hay planes en marcha para producir más, tal vez en diferentes colores, como oro, en homenaje a la estatuilla del Oscar.
El interés ha sido enorme, según Matsui. Pero, en teoría, todos los que tienen quieren un zapato de Godzilla deberían poder conseguir uno, eventualmente.
Al crecer en una familia amorosa que lo envió a clases de piano y natación y a escuelas intensivas de “juku” (instituciones de paga que ofrecen clases complementarias), Matsui se graduó de la prestigiosa Universidad de Keio y podría haberse convertido fácilmente en un exitoso “asalariado” como otros jóvenes japoneses.
Pero no quería desprenderse de su entonces rubio cabello.
Aunque siempre ha respetado al diseñador de moda Yohji Yamamoto, se enfocó deliberadamente en el color y la textura de la tela, en vez del negro y las líneas marcadas de Yamamoto.
Cuando se le preguntó sobre sus ambiciones internacionales, Matsui reconoció que está muy feliz de trabajar en Japón. Su sueño es sorprendentemente local: crear estilos para Bump of Chicken, una banda de rock japonesa.
Además, le da miedo de volar en aviones.
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