Con cualquier acuerdo o promesa, tiene que haber un seguimiento, y a veces funciona... a veces no. Sin embargo, en el último largometraje de Guy Ritchie, The Covenant, lo que está en juego es mantener el vínculo y la promesa que han hecho dos hombres, no sólo como vehículo de una increíble historia de hermandad, sino también como muestra de lo que lleva a alguien a mostrar valentía y mortalidad incluso cuando hay mucho en juego.
La película, que transcurre en marzo de 2018 en el Afganistán ocupado por los talibanes, sigue al sargento del ejército estadounidense John Kinley (Jake Gyllenhaal) y a su intérprete afgano Ahmed (Dar Salim). Al principio del largometraje, vemos a Kinley al frente de una unidad especializada encargada de encontrar municiones y depósitos de explosivos talibanes, y por diferentes circunstancias, Kinley tiene que encontrar un nuevo intérprete y eso es lo que finalmente le lleva hasta Ahmed.
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En aquella época, las tropas estadounidenses prometían dinero y un pasaje seguro a Estados Unidos si los intérpretes les ayudaban. Cuando aconsejan a Kinley que elija a Ahmed, que habla “cuatro idiomas que merecen la pena”, el sargento del ejército le pregunta por qué quiere ese trabajo. Él responde que por el valor monetario, pero más tarde descubrimos que hay algo más de carga personal en esta decisión. De hecho, hay mucho que desentrañar en lo que respecta a los personajes de esta película.
“Sobre el papel, es una historia sencilla entre dos hombres. Pero, al mismo tiempo, es muy especial porque el hecho de que sean de culturas diferentes y estén atrapados en la misma situación en la que se juegan la vida... no es una historia natural de dos soldados estadounidenses o dos afganos”, explica Salim. “En realidad son dos tipos que no confían necesariamente el uno en el otro, pero tienen que hacerlo. Se trata de tomar la decisión correcta, aunque la decisión correcta sea muy, muy difícil”.
Gyllenhaal tuvo una experiencia similar al leer el guión, o más bien, las primeras 50 páginas que le envió el director Guy Ritchie. El actor sabía que iba a ser una película de acción y muy entretenida, como la mayoría de las películas de Ritchie. Pero la emoción por este papel le vino más por lo que se esconde bajo el combate y los explosivos.
“En cierto modo me recordó lo que es ser estadounidense y nuestras obligaciones para con otros seres humanos, ¿entiendes?”, explica Gyllenhaal. “Creo que la idea del heroísmo se ha perpetuado como algo que a veces no viene acompañado de una profunda reticencia y que no es sentimental”.
Y añadió: “A veces, hacer el bien es simplemente ir en contra incluso de un instinto que uno cree tener. Y es una simple acción. Y eso es lo que es esta película... Es una película sobre una acción bastante simple llevada a cabo por dos personas que, para empezar, ni siquiera se caen muy bien, y que nos sirva de lección a todos. Y por eso me conmovió, y por eso quise formar parte de ella”.