Con nueve nietos y una bisnieta, el famoso animador Mario Kreutzberger, conocido popularmente como Don Francisco o “Mario Cruzverde”, como bromeó, habló en una entrevista sobre los 60 años de su larga carrera profesional y también sobre el alto costo que tuvo que pagar su familia, debido a su ajetreada agenda laboral.
El hombre ancla de Sábados Gigantes y rostro indiscutido de la Teletón, conversó con el periodista mexicano Yordi Rosado, a quien le reveló algunos conflictos familiares, debido a los constantes viajes que ha realizado por su trabajo y que lo tenían permanentemente fuera de casa y el triste regalo que recibió de su hijo.
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“En un cumpleaños mi hijo menor me regaló un frasco que tenía adentro un papelito que tuve que sacar con un alfiler y decía tiempo. Me dolió eso. Mi hijo tenía 9 o 10 años y dijo tú tienes todo, menos tiempo”, comentó el animador, luego de detallar como era su ocupada agenda.
“Todos los miércoles en la noche de Miami a Santiago. Trabajaba en Miami los domingos, lunes y martes. Los miércoles preparábamos los libretos para la próxima semana, en la noche viajaba. Los jueves hacía ‘Las solteras sin compromiso’, los viernes algunos concursos, sábado en vivo. Iba y venía durante seis años”, relató.
Por este motivo, Don Francisco reveló que llevó a sus hijos al psiquiatra, quien le recomendó tener un día especial para ellos, luego de revelarle un dibujo que hizo el menor, donde el animador fue retratado de manera muy pequeña, en comparación a la gran figura que dibujaron de la madre. “Sus hijos tienen poca identificación con usted”, le dijo el especialista.
“Martes especiales”
Ante esto, Mario contó que “decidimos hacer los martes especiales que duraron varios años. El martes dejaba de trabajar al mediodía, me iba a mi casa, esperaba que mis niños volvieran al colegio. Salíamos, almorzábamos juntos, pasábamos la tarde, cenábamos juntos y mis hijos nunca se olvidaron de eso”, contó.
Pero la falta de tiempo no solo fue un reclamo de su hijos, también vino de parte de su esposa quien le criticó que fuera tan alegre solo cuando se prendían las cámaras.
“Mi señora me regaló un televisor y delante había una cámara. Cuando se encendía la cámara yo aparecía en la televisión sonriendo y cuando se apagaba, aparecía triste, porque mi personalidad cambia en cámara”, pero no podía ser así todo el día, sería agotador y aburrido, confesó el Mario Kreutzberger.