El auge de las apuestas deportivas y los juegos de azar en Puerto Rico llevó a la Comisión de Juegos (CJPR) a desarrollar nuevas medidas para prevenir la ludopatía o adicción al juego.
El director ejecutivo de la CJPR, el licenciado Juan Carlos Santaella Marchán, reconoció el aumento en la participación en juegos y la proliferación de establecimientos desde que se consolidaron las industrias de Deporte Hípico, Juegos de Azar, Máquinas de Juegos de Azar en Ruta y Apuestas Deportivas y Concurso de Fantasía en la Comisión en 2019.
“Una vez pasan todos los negociados a estar bajo una misma agencia, tengo acceso a ver lo que hacen casinos, lo que hacen hipódromos, lo que hacen apuestas deportivas. Entonces, tú ves un aumento en la jugada, entonces tienes que hacer un balance en lo que tiene que ver con el juego responsable y cómo vamos a combatir la adicción al juego”, expresó.
Según Santaella Marchán, hay 20,500 máquinas de juegos de azar en ruta licenciadas y hasta 3,300 máquinas Lucky Cash, que premian el 93 % del dinero apostado; 3,500 negocios inscritos con máquinas, 375 agencias hípicas, 20 casinos —anticipó que se avecinan más— y nueve operadores de apuestas deportivas. Si bien estimó que hay 30,000 personas inscritas en las casas de apuestas, advirtió que la cifra puede estar sobrevalorada porque puede haber más de un registro por casa. Por otra parte, calificó como un reto descifrar cuántas personas juegan en agencias hípicas o en las máquinas de azar por ser jugadas anónimas.
Aunque no hay una prevalencia exacta de cuántas personas padecen ludopatía en Puerto Rico, la CJPR emitió, en 2024, una orden administrativa para extender un formulario de autoexclusión a todos los negociados. Si una persona reconoce su adicción y opta por no participar más de los juegos por uno, tres o cinco años, o de manera indefinida, puede llenar y entregar ese formulario para restringir su acceso a casinos, agencias hípicas o casas de apuestas. Según Santaella Marchán, han recibido 165 solicitudes de autoexclusión voluntaria desde que se fijó la OACJ 24-07.
“Nosotros podemos poner esas herramientas en nuestras páginas, pero depende de que la gente entre porque este es un tema que a la gente, muchas veces, no le gusta hablar y, en ese sentido, estamos identificando ese tipo de herramientas donde sean confidenciales para poder validar los números que tenemos a nivel de industria”, sostuvo.
El director ejecutivo explicó que esperan concretar un acuerdo con una empresa para desarrollar una aplicación que ayude a los operadores a registrar conductas erráticas de clientes y reforzar medidas de juego responsable. También, mantienen comunicación con el Puerto Rico Innovation and Technology Service (Prits) para incluir, en la página web de la CJPR, dos formularios: uno de autoevaluación y otro de perfil del jugador. Además, la Comisión exige, a las empresas, implantar programas de capacitación para identificar comportamientos problemáticos y permitir material educativo sobre el juego responsable, la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca), la Línea PAS y los riesgos de una práctica de juegos desordenados.
Assmca desconoce de esfuerzos de Comisión
La administradora de Assmca, Catherine Oliver Franco, reconoció que desconocía de las herramientas que prepara la CJPR para atender la ludopatía, a pesar de que la agencia pertenece a la Junta de Comisionados de la Comisión, integrada también por los departamentos de Desarrollo Económico y Comercio y de Recreación y Deportes, la Compañía de Turismo y Prits.
“Mayormente, ellos nos notifican cuando tenemos las reuniones de Junta, pero al momento yo no tengo ningún invite (invitación) como que pronto nos reunimos o nos vamos a reunir”, dijo. Recalcó que la Comisión mantiene comunicación con la Junta de Comisionados.
A través del Programa de Ayuda al Jugador Compulsivo (PAJC), Assmca ofrece intervenciones por un período de 20 semanas y actualmente hay 83 participantes. Oliver Franco mencionó que los formularios de autoexclusión de la CJPR no se utilizan como parte de las intervenciones, que son basadas en evidencia. El rol del Programa, explicó, es “reducción de daños”: orientar al paciente para minimizar el impacto del consumo sin imponer abstinencia obligatoria.
En el último informe estadístico publicado por la agencia, del año fiscal 2022-2023, el PAJC atendió 147 personas, de las que 43 culminaron las sesiones y 53 seguían activas. Sobre quienes abandonan el proceso, el administrador auxiliar Josué Pérez Román explicó que queda a discreción del paciente porque su participación es voluntaria.
Ludopatía como puente hacia otras condiciones
El psicólogo George Kamarinos Rodríguez, quien ha tratado pacientes con ludopatía, lo describió como una conducta “adictiva y problemática” que se asemeja a otras adicciones en lo repetitivo, impulsivo y dañino a los sujetos. Además del dinero gastado, conlleva daños colaterales: afección de emociones, ansiedad, depresión, irritabilidad o hasta suicidio.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales, se diagnostica la condición si una persona presenta por 12 meses cuatro de los siguientes criterios: apostar mayores cantidades de dinero cada vez que juega, sentir nerviosismo o irritación al abandonar el juego, hacer esfuerzos fallidos para controlar el juego, tener la mente ocupada en apuestas, jugar en estado ansioso, intentar “recuperar” pérdidas, mentir para ocultar el juego, arriesgar o perder una relación importante o contar con otros para aliviar su situación financiera.
Kamarinos Rodríguez, quien trabajó en el PAJC entre 1996 y 1999, criticó que los tratamientos a la condición tienden a ser superficiales: un psiquiatra lo trata con medicamentos; el psicólogo, con terapias remediativas, como ejercicio, llevar una lista de metas, trabajar la autoestima, entre otros. “Eso es bueno, pero no resuelve el problema. La adicción a los juegos es crónica, dura toda la vida. Cuando las personas recaen, es porque no han trabajado con la raíz. [...] Muchas veces, el tratamiento psicológico es para buscar de dónde viene la conducta”, abundó.
Si bien no todo el que participa de juegos de azar desarrolla un trastorno de juego patológico, apuntó que hay falta de conocimiento sobre la condición. “No se ha estudiado lo suficiente”, destacó, así como la demora en identificar este tipo de conducta, que se diagnostica en la adultez.
“Es un tipo de escape”, describió. “Si la realidad es violencia, relaciones fallidas o pobreza, [el juego] es oportunidad de revivir lo que sentíamos de niños”, propuso, tras enfatizar la necesidad de un tratamiento que priorice la raíz de la conducta y no solo los síntomas.

