SAN SALVADOR (AP) — Con una fiesta de DJ, instalaciones concluidas a marchas forzadas y un deseo manifiesto del gobierno nacional por mostrar un país con un nuevo rostro tras el pasado reciente de violencia delictiva desbordada, El Salvador inauguró el viernes los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
La víspera, una jornada de lluvias torrenciales complicó aun más los apresurados preparativos para llevar a cabo los Juegos. El viernes por la mañana, se aplazaron tres competiciones que repartirían medallas en el levantamiento de pesas, ante la aparente incapacidad de concluir la sede a tiempo por la tormenta eléctrica que se abatió durante horas sobre la ciudad un día antes.
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Pero por la noche, el presidente Nayib Bukele habló sonriente en la ceremonia inaugural y aseveró que su país había logrado el objetivo.
“Raspados, pero llegamos. Tuvimos que superar toda clase de dificultades, hasta el clima”, dijo el mandatario en un mensaje, posterior al desfile de las 37 delegaciones participantes.
El Salvador realiza los Juegos Centroamericanos por tercera ocasión en la historia. Las dos anteriores fueron en 1935 y 2002.
La nación dispuso de poco tiempo para los preparativos. Panamá debía realizar originalmente las justas regionales en 2022, pero en plena pandemia renunció a la sede, que quedó en manos de la capital salvadoreña con una posposición de un año.
Santo Domingo, que albergará los próximos Juegos, operará como subsede, recibiendo a siete deportes del programa.
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“Llegar hasta aquí al inicio de estos juegos no ha sido fácil... lamentablemente se quedaron sin hogar y la sede que estaba tuvo que declinar por la pandemia. Cuando la sede declinó nosotros vimos una oportunidad, bueno, varias oportunidades”, recalcó Bukele. “Vimos la oportunidad de salvar estos juegos y garantizar que miles de atletas pudieran brillar y conseguir su sueño de participar en un evento deportivo de este nivel.
“También vimos la oportunidad de mostrar lo mucho que hemos avanzado como país en tan poco tiempo. Lo que normalmente se hace en seis años, que es lo que se da para preparar estos juegos. Nosotros lo hicimos en año y medio”
Una de las preocupaciones al discutir el otorgamiento la sede a El Salvador apuntaba a los altos índices de violencia criminal que se habían registrado recientemente en el país centroamericano.
Recién en 2015, la nación centroamericana registró una tasa de 106 homicidios por cada 100.00 habitantes.
Desde marzo de 2022 el gobierno salvadoreño puso en vigencia sus llamadas políticas de “mano dura” para combatir a las pandillas a las que responsabilizaba de la mayoría de los crímenes en el país. La construcción de una gran prisión de alta seguridad y la detención de más de 60.000 presuntos pandilleros en 15 meses ha generado duras críticas en materia de derechos humanos.
Pero los índices de criminalidad han bajado considerablemente. Según registros oficiales, en todo lo que va del año El Salvador registra 92 muertes violentas, incluidas las de 19 supuestos pandilleros que fallecieron en supuestos enfrentamientos con policías y la fuerzas armadas.
Y Bukele no desperdició la oportunidad de lanzar críticas a quienes dudaron del Salvador en 2021, cuando se le otorgó la sede de emergencia y a quienes cuestionan la situación del respeto a las libertades en el país.
“Dicen que vivimos en una dictadura. Quiero aprovechar, ya que tenemos más de 300 medios internacionales en este país el día de hoy, para que salgan a la calle y le pregunten a la gente al azar en la calle, que está en el mercado caminando sola hacia un bus. Pregunten a los pasajeros del bus o de un restaurante, pregunten a los comensales, a los meseros. Pregúntenle a quien quiera. Aquí en El Salvador. Pueden ir a cualquier lugar. Es totalmente seguro”, afirmó.
“Pueden entrar a cualquier comodidad, a cualquier barrio... a la hora que quieran. Cuando termine este evento, pueden ir sin problemas. No les va a pasar nada. Nadie los va a detener”.
Los Juegos Centroamericanos y del Caribe son la competencia polideportiva regional más antigua del mundo. Se realizaron por vez primera en 1926 en México, por iniciativa de ese país, que es por ende el que abre el desfile de delegaciones y el sitio donde se enciende el fuego que se transporta luego al país sede.
La llama encendida el 6 de junio en la zona arqueológica de Teotihuacan llegó al estadio para el momento cumbre de la ceremonia. Y tras varios intercambios del relevo, llegó a manos de Jorge “Mágico” González, la máxima gloria del fútbol salvadoreño.
El exjugador de 65 años, quien condujo al Salvador por última vez un Mundial en 1982 y quien militó en el Cádiz, estuvo al lado de Bukele y de la primera dama Gabriela Rodríguez durante buena parte de la inauguración. ¿Sería él el encargado de encender el pebetero, en el estadio que lleva su nombre y ante el furor del público que lo aclamaba?
No, González cedió la antorcha a Herbert Aceituno, ganador de la primera medalla para El Salvador en unos Juegos Paralímpicos, en la modalidad de Parapowerlifting durante Tokio 2021.
Aceituno encendió el pebetero, y el DJ estadounidense Marshmello se hizo visible en un escenario emplazado en el centro del campo, para finalizar la ceremonia con un espectáculo musical.