LOS ÁNGELES (AP) — Brooks Koepka dice que disfruta el caos. En este US Open abunda, incluso para quienes logren evitar el tráfico característico de Los Ángeles.
Los jugadores tratan de digerir todavía el anuncio sorprendente de que la Gira de la PGA puso fin a su lucha legal y moral contra la liga LIV Golf. Ahora, la organización tradicional es socia del fondo nacional de Arabia Saudí que desembolsó cantidades estratosféricas para que varios golfistas famosos desertaran de la PGA.
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Y el martes por la noche surgieron las noticias de que el comisionado de la Gira de la PGA, Jay Monahan, estaba renunciando a dirigir las operaciones habituales del organismo mientras se recupera de una “situación médica”.
Este jueves, los golfistas entrarán en el campo norte del Los Angeles Country Club. No lucirá como en la mayoría de las ediciones del US Open, salvo por las dosis actuales de frustración, generadas por la prueba más dura del golf.
“Los bogeys están bien. Voy a recordármelo a mí mismo, porque me cuesta trabajo”, dijo Max Homa, quien impuso el récord de campo, de 61 golpes, hace 10 años, en el campeonato Pac-12. “Es un campo duro. Vamos a tener algunos golpes buenos que caerán en lugares extraños. Pero si seguimos haciendo golpes buenos, vamos a apuntarnos algunos birdies para ganar algo de terreno”.
Suena como un típico US Open. No lo será.
Estos torneos suelen realizarse en los suburbios, no en los linderos de Beverly Hills, con edificios de oficinas y condominios gigantes que se yerguen junto al campo, construido entre los bulevares de Wilshire y Sunset.
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El punto de referencia para apuntar desde el primer tee es la H en el cartel del Beverly Hilton.
Aunque este campo de golf parece grande —los fairways promedian 43 yardas de ancho— se recorre como si fuera más pequeño, debido a la pendiente pronunciada que hay en algunos de los fairways y a los ángulos requeridos para llegar a los objetivos.
“Esto te hace pensar”, dijo el campeón del Masters Jon Rahm. "Tiene complejos de green muy intrincados. Tienes que jugar un poco por los ángulos y especialmente si yerras en los greens, te vas a meter en lugares interesantes para subir y bajar.
“Tiene de todo. Ésos van a ser los ingredientes de una gran semana”.
Y la sombra de la influencia saudí en el golf se estará proyectando sobre el torneo, si bien eso no será nuevo.
El año pasado, el US Open se realizó en Brookline, un suburbio de Boston, una semana después de que LIV Golf comenzó su temporada inaugural y con especulaciones sobre quién sería el siguiente en marcharse en pos de las grandes riquezas del golf financiado por los saudíes.