Me percaté, después de ganar, que hay tantos (puertorriqueños) como yo, de mi color de piel, y nacidos en los Estados Unidos. Me percaté que era suficientemente fuerte para ser la cara de esa representación. Así que pues, soy negra y soy puertorriqueña”.
Con esa frase, Jasmine Camacho Quinn desató los aplausos de los asistentes a un conversatorio en el que la campeona olímpica participó junto al extoletero de Grandes Ligas Carlos Delgado, en el marco de la Cumbre de la Afrodescendencia, donde figuras del ámbito deportivo, académico, político y cultural reflexionaron acerca de las implicaciones raciales y de género dentro de los campos en que se desempeñan.
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Camacho Quinn relató que, luego del fallecimiento de su abuela materna, posterior a su triunfo en los Juegos Olímpicos de Tokio, se enfrentó a numerosos comentarios despectivos y ataques personalistas en redes sociales.
“No entendía tantos comentarios asquerosos luego que ella falleciera. Eso me hirió. Trataba de entender y veo que hay otros puertorriqueños nacidos en los Estados Unidos que son famosos, adorados. Pensaba, ¿cuál era la diferencia? Y cuando miro el color de piel, entonces entiendo”, afirmó la estelar vallista sobre los prejuicios raciales que persisten entre un sector significativo de la sociedad.
“Me tomó mucho, pero creo que al final el amor rebasó al odio”, prosiguió Camacho Quinn en el conversatorio celebrado el martes en el Recinto de Río Piedras la Universidad de Puerto Rico.
“Soy negro todos los días”
Delgado, por su parte, puntualizó que el trabajo de activismo y filantrópico por el que se ha caracterizado desde sus días como estrella de las Grandes Ligas es producto del hecho de sentirse cómodo en su propia piel.
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“¿Cómo definimos la excelencia o el éxito? Si mi mejor nota puede ser una C, y saco C, eso es excelente. Si tengo oportunidad de sacar A, y saqué B, pues no necesariamente es excelente, aunque B sigue siendo una buena nota. Trato de entender que una vez estemos cómodos con nosotros mismos, con quiénes somos, qué representamos, de dónde venimos, quién es nuestra familia, se nos van a hacer las cosas más fáciles e inmediatamente se nos pone el cuero un poquito más duro. No dependemos de la aprobación de otro para estar contentos, para estar felices”, manifestó Delgado, quien recibió críticas de parte de la prensa y el público estadounidense cuando en 2004, durante un juego en Nueva York, decidió quedarse sentado mientras se tocaba el himno God Bless America a modo de protesta por la invasión de Irak.
“Yo soy negro todos los días, no necesito una plataforma, cumbre o un juego grande o una práctica. Trato de afirmar mi negritud todos los días, trato de ser un ejemplo para los que vienen después de mí. Vivo en agradecimiento de los Roberto Clemente, Orlando Cepeda o Víctor Pellot, que gracias a ellos no tuve comer en un restaurante diferente al resto del equipo, o sentarme en la parte de atrás de la guagua”, subrayó Delgado en el foro que moderó la periodista afrocolombiana Edna Liliana Valencia Murillo.