Inflamación, rigidez y dolor en las articulaciones son signos comunes entre pacientes de artritis psoriásica, una condición del sistema inmune que en cerca del 40% tiene una relación hereditaria con pacientes de psoriasis o artritis.
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La artristis psriásica es un problema musculo-esqueletal que puede aparecer en cualquier momento de la vida, pero usualmente se detecta en el rango de edad entre 30 y 50 años. Es parte de un grupo de condiciones crónicas inflamatorias del sistema inmune cuyas causas aún son desconocidas, pero para las cuales existen tratamientos efectivos, según señala el Colegio Americano de Reumatología (ACR, por sus siglas en inglés).
Al estar relacionada directamente con la psoriasis, otra enfermedad autoinmune que causa una sobreproducción y acumulación de piel, las escamas y el enrojecimiento pueden ser el primer signo visible, pero no el único. De acuerdo con la ACR, la artritis psoriásica es un tipo de espondilitis causante de daños en una o varias articulaciones. Como le ocurre al paciente de psoriasis, los síntomas de la artritis psoriásica aparecen y desaparecen a lo largo del tiempo. Igualmente, sus manifestaciones pueden variar de área en el cuerpo e intensidad.
Escamas, dolor e hinchazón
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) señalan varios síntomas, siendo los más evidentes escamas e inflamación de la piel, especialmente en rodillas, codos y cabeza. Las uñas también pueden mostrar daños. El paciente también puede tener inflamaciones y dolor persistente en coyunturas, columna vertebral y parte baja de la espalda. La espondilitis es cuando la artritis psoriásica se manifiesta en la columna vertebral y provoca rigidez en el cuello y espalda. Cuando se desarrolla sensibilidad en en las áreas que se unen a los tendones o ligamentos, el paciente sufre de estensitis. Casi siempre, las partes más afectadas por la estensitis son el talón y la planta del pie.
La peor consecuencia de la artritis psoriásica a falta de un diagnóstico a tiempo, es el daño permanente a las articulaciones. Otras señales que los NIH relacionan con esta enfermedad reumática es la fatiga frecuente e inflamación en los ojos y los intestinos. Asimismo, además de pacientes con psoriasis, indican que tienen más probabilidad de padecer artritis psoriásica personas obesas o que ya tienen lesiones en las articulaciones o los huesos.
La consulta con un reumatólogo es prioridad para que realice un estudio exhaustivo del historial y los signos en el paciente. Además, son necesarios distintos exámenes y pruebas para descartar otras condiciones cuyos síntomas pudieran confundirse con la artritis psoriásica. Los tratamientos son variados y dependerán de la gravedad de la condición. Una práctica altamente recomendada para estos pacientes es mantenerse en movimiento. Ejercicios como nadar o caminar en el agua también ayudan a proteger las articulaciones. Terapias físicas y ocupacionales también son mencionadas por la ACR.