Luz Lancheros, MWN
No, no es pseudociencia ni ninguna de esas terapias “alternativas” que mezclan creencias de varios pueblos y culturas para engañar a incautos con dinero en todo el mundo y que han tenido auge desde los años 90. La Danzaterapia es una forma de terapia con bases, teoría y desarrollo –de hecho tiene sus orígenes en los años 20 y desarrollo desde los años 40 en Estados Unidos–.
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En esta, mente, cuerpo y alma interactúan como una unidad y a través de la aplicación de técnicas de movimiento y creación específica se pueden sanar varias áreas del paciente, incluida la emocional y en la que también se incentiva a una expresión personal para integrar otros procesos en el individuo.
Para los años 80 se integró más investigación psicoterapéutica a un proceso que también estimula la percepción corporal y el manejo de análisis y emociones a través de métodos de evaluación terapéutica. Aún así, el término ha tomado varias características vagas e incluso hay técnicas alternativas como “biodanza” que han tomado popularidad. Pero, ¿cómo es en la práctica? ¿Cómo la usan profesionales que también se forman en la danza e interpretan el movimiento? Metro consultó a dos expertas para aclarar términos.
“Hay que diferenciar entre la danza como tal, la Danza Integrada y la Danza Movimiento Terapia. En el primer término, tú generas los movimientos siguiendo los de tu maestro y aprendes un patrón de movimiento. En escenario, no dejas ver tus emociones sino que hay una representación. No creas nada, sino que generalmente replicas algo. Y no es malo, solo es. Ahora, desde la Danza Movimiento Terapia, el movimiento comunica. Y ahí aparece la creatividad”, le dice a Metro Myriam Liliana López, fonoaudióloga y Danza Movimiento Terapeuta de la Universidad Nacional de las Artes en Buenos Aires, Argentina.
“El movimiento es simplemente moverse tal cual como tú quieras sin ninguna regla. Simplemente, es unir tu parte emocional, tu parte mental, tu parte sentimental, espiritual y generar ese movimiento corporal. Y eso es más difícil. Porque todo está pautado. El movimiento propio, cuando lo empiezas a hacer, empieza a fluir de una manera increíble y a través de este se genera bienestar en muchas áreas. Por ejemplo, he podido trabajar con abuso sexual, con maltrato físico, emocional, discapacidad, parálisis cerebral, autismo, síndrome de Down, con niñas que les daba pena bailar y hemos visto qué hay detrás de esta emoción”, explica López.
“La Danza Movimiento Terapia consiste en procesos terapéuticos que los tiene que hacer un profesional experto en terapia. En mi caso, soy fonoaudióloga con un postgrado en este campo”, agrega la profesional, que tenía la danza como hobby y encontró que al mezclar movimiento y otras técnicas auditivas y kinéticas comenzaba a generar procesos comunicativos con pacientes con parálisis cerebral y también comenzaba a resignificar su discapacidad”.
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Myriam también explica que otra corriente como la Danza Integrada, también popular, consiste en aprender otro estilo de danza y hay participantes con y sin discapacidad. Esta se aprende en todos los géneros. “Es distinta, porque en la Danza Movimiento Terapia se aprende una técnica privada que tiene que ver con el tiempo, el espacio, el diseño, la relación, sensación corporal que tú impartes cuando bailas con otra persona. En la Danza Integrada, das clases comunes y haces una muestra o flashmob donde no se resalta la singularidad y se muestra que todos los ejecutantes son expertos bailarines y uno no es más valioso que el otro”, enfatiza.
A su vez, Myriam ya ha bailado con danzantes sordos. Y trata de hacer, con la danza, algo que no se ve en muchas prácticas terapéuticas: dar agencia al paciente. “Trato de que no se va la discapacidad desde la lástima sino cómo se puede resignificar a través de la Danza Movimiento Terapia”, expresa.
Danza como sanación para bailarines profesionales
Pero hay otros abordajes. La maestra de danza, bailarina y coreógrafa María del Pilar Trujjillo Chaparro, baila desde los 7 años y se acercó a entender el movimiento como un elemento sanador a través de los giros sufi. Luego de ver clases con otros maestros, construyó un discurso del cuerpo y la ancestralidad. Pero luego de esto, sintió que su cuerpo, biomecánicamente, no estaba bien. De hecho, tenía una lesión en su cadera. Así, comenzó a acercarse a las técnicas somáticas en prácticas como el aeroyoga, que aliviaba su dolor de cadera y articulaciones.
“Este stop me ayudó a entender el movimiento desde otros planos. Ahí entendí el movimiento consciente. Y en ese sentido, me ha ayudado a entender mi cuerpo y mi lesión. Muchos de mis estudiantes también llegan con estas lesiones. Así, empiezas a entender al otro con empatía, generosidad y con un entendimiento más flexible, para que se apropien de ese discurso que tienen en su cuerpo, y lo valoren desde un bienestar. Da otra conciencia distinta y la técnica no es un fin, sino un medio. La danzaterapia, como la llaman, es encontrarse con uno mismo, valorarse en el movimiento, desde su particularidad, permitirse ser desde sus propias capacidades físicas, emociones, ser tan idéntico, permitirse vivir. Es dejarse ir y permitirse que el movimiento sane, con este como guía. Varias técnicas nacieron así, como la de Martha Graham, por ejemplo”, le explica a Metro.
“Llegué a las técnicas somáticas porque me daban una calidad de vida que me permitía seguir mi profesión. Pero ese conocimiento está dentro de ti y te ayuda a pensar tu propia calidad de vida. Ahora la Danzaterapia me ha ayudado a repensarme, a entrenarme con esa calidad y a entender los orígenes de mis dolencias, ligadas a lo emocional”.
De esta manera, la Danzaterapia ayuda a repensar no sólo la ejecución dentro de los procesos artísticos, sino dentro de los procesos individuales. Y así, encontrar alternativas para, desde cualquier contexto y/o posición, sanar conductas y de paso, evaluar la posición de nuestro cuerpo hacia el mundo.