Esos Clicks y views que dan chavitos, pero pueden ser irresponsables

Lea la columna del periodista Julio Rivera Saniel

Metro Puerto Rico
Julio Rivera Saniel Metro Puerto Rico

El alcance de las redes sociales es innegable. Lo mismo que la forma en la que su llegada ha cambiado el juego en múltiples frentes. Desde la manera en que nos informamos hasta aquella en la que tomamos decisiones cotidianas como dónde comer, dónde vacacionar y hasta por quién votar son asuntos para los que lo publicado en plataformas sociales tiene un peso enorme en la actualidad sociedad de consumo.

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Pero aunque el alcance de muchas de estas cuentas es poderoso como pocos y las recomendaciones de los administradores detrás de estas cuentas tienen el poder de mover a la acción a miles, no queda claro que todos tengan clara la enorme responsabilidad que trae consigo poder mover a las masas. Ese mundo que compite (y a veces supera) en alcance a medios tradicionales y que en muchos casos coquetea con un lenguaje y funciones cercanos al periodismo, no siempre se rige por sus preceptos éticos. ¿Para qué tendría que hacerlo?, se preguntará usted. Después de todo, publicar información sobre la comida que nos gusta o la playa que visito es un asunto sencillo, ¿no? Pues el problema es que no siempre lo es.

Conviene entonces que influencers y creadores de contenido recuerden que, como norma general, un gran alcance trae consigo una gran responsabilidad. Un par de ejemplos.

Tome usted el caso de la familia que visitaba una playa no apta para bañistas en Fajardo el pasado mes de marzo. O los múltiples casos de personas extraviadas en las veredas y túneles que rodean al Río Guajataca. Según Nino Correa, jefe del Negociado para el Manejo de Emergencias, así como un buen número de directores municipales con los que he podido conversar, se ha convertido en un problema recurrente que múltiples cuentas en las redes sociales con enorme cantidad de seguidores invitan a su público a aventurarse y visitar “rutas secretas”, rincones “escondidos” o “playas cristalinas” sobre las que acompañan videos que hacen de esos destinos francamente apetecibles.

El problema estriba en que la exhortación a la visita pocas veces llega acompañada de información importante como nivel de peligrosidad. En Quebradillas, por ejemplo, el jefe municipal de Manejo de Emergencias, nos comentaba que en múltiples ocasiones han tenido que acudir al rescate de visitantes extraviados que llegaron solos a visitar el paraje escondido sugerido por su influencer favorito, sin saber que la zona sugerida podría nos ser apta para visitantes.

En el caso de la familia cuyo padre se ahogó en Fajardo, el suegro explicaba a los periodistas en la escena que el grupo llegó motivado por “una página de Instagram” que presentaba la playa como idílica y buena para un chapuzón. Nada más lejos de la realidad. Según Manejo de Emergencias, se trata de una playa no apta para bañistas que ha sido escenario de múltiples rescates y ahogamientos.

Pero el problema con el contenido no contextualizado publicado en redes sociales no se limita a la peligrosidad, sino que también alcanza el asunto de la destrucción del medio ambiente y potencialmente, la destrucción de la calidad de vida de las comunidades en donde los destinos sugeridos están ubicados. En la práctica, pasar del “sugerir para ganar likes” a sugerir, contextualizar y reconocer incluso cuando recomendar no es adecuado.

Múltiples visitantes de parajes “revelados” desde algunas de estas plataformas denuncian cómo la belleza de estos parajes se ha visto afectada dramáticamente después que “el secreto sale a la luz”. Incluso, como los vecinos de las comunidades en donde estos parajes están ubicados han comenzado a verse afectados negativamente por la basura, estacionamientos no planificados, ruidos y destrucción ambiental.

Precisamente en estos días me topaba con un podcast en el que el amigo Alan Taveras del Centro Unido de detallistas conversaba con Francisco Amundaray de Natura Puerto Rico Tours. En la discusión, Amundaray destacaba la necesidad de  crear conciencia ambiental y social entre el creciente número de influencers que publican contenido donde promueven la “visitación” a destinos locales de amplia riqueza ecológica para evitar que la falta de gestión termine por destruirlos o, ya bien, motivando a sus seguidores a conductas que pueden ponerles en riesgo.

“No solamente se afecta el medioambiente si hay exceso de visitación, sino que también se afecta la calidad de vida de las comunidades donde están estos recursos.  Así que yo creo que hay que comenzar un diálogo, y este diálogo tiene que ir de la mano con proveerle de las herramientas a estos influencer para que asuman no solamente los beneficios económicos que tienen sus ‘views’ sino que asuman una responsabilidad respecto los lugares que están visitando. En incluso, que ellos tengan la suficiente madurez de omitir publicar ciertos lugares en sus redes sociales porque simplemente no están preparados para ser visitados”, explicaba.

Ojalá que ese diálogo comience. El Estado, podría ser el promovente de esa conversación con la que ganamos todos. Influenciar y ganar dinero con ello es válido, pero no siempre responsable si lo hacemos de manera inconsciente con quienes nos siguen y con el país que nos ha tocado habitar.

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