En los últimos años, hemos pasado de especular con objetos interestelares a observarlos directamente. Primero fue el extraño ‘Oumuamua y ahora, el Cometa 3I/Atlas. Este objeto no nació en la Nube de Oort; fue expulsado por un motor cósmico desconocido, viajando solitario a través del vacío galáctico durante milenios, hasta que la gravedad de nuestro Sol lo convirtió en una estrella fugaz.

Las nuevas imágenes liberadas por la NASA (capturadas con la precisión milimétrica del Hubble) no solo confirman su origen alienígena, sino que documentan un proceso dramático: Atlas se está fragmentando ante nuestros ojos tecnológicos.
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Un testigo del cosmos: El viaje desde otro Sol
La importancia de 3I/Atlas reside en la “I” de su nombre: Interestelar. Los cometas suelen ser bolas de hielo y roca nacidas en las regiones más frías de nuestro sistema solar. Atlas, sin embargo, sigue una trayectoria hiperbólica que confirma que no está ligado gravitacionalmente al Sol. Es un nómada expulsado de un sistema estelar distante.

Estudiar su composición nos da un acceso invaluable a las condiciones físico-químicas de otro sistema solar. Literalmente, los astrónomos están analizando el “hielo y la roca” de un mundo que jamás podremos visitar, una muestra geológica de otra galaxia.
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Ojo de Dios: El poder del detalle fragmentado
El Telescopio Espacial Hubble es la herramienta perfecta para este tipo de observación, funcionando como un francotirador de luz en la órbita terrestre. Las imágenes de Hubble no buscan belleza; buscan información crítica. Nos permiten ver el núcleo del cometa y, crucialmente, los múltiples fragmentos que se desprendieron tras su acercamiento al Sol.

Cuando 3I/Atlas se rompió, los científicos pudieron estudiar la velocidad, la dirección y la luminosidad de estas piezas. Esto les dice mucho sobre la fuerza estructural del cometa y si fue el calor del Sol o las tensiones internas lo que causó la catástrofe. Es como realizar una autopsia cósmica en tiempo real.
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La fragilidad intergaláctica: ¿Por qué se rompió?
Los datos sugieren que la estructura del núcleo de 3I/Atlas podría ser mucho más frágil de lo esperado, o tal vez diferente a la de nuestros cometas locales. La composición del cometa, revelada por el análisis de su coma (la “nube” de gas y polvo), está siendo comparada con los cometas de la Nube de Oort. Cualquier anomalía podría ser la pista definitiva sobre las condiciones de formación en su sistema de origen.
Al haber pasado tanto tiempo en el frío y solitario vacío interestelar, el cometa ha llegado “virgen” a nuestro vecindario, sin haber sufrido los cambios químicos que sí experimentan los cometas que orbitan el Sol regularmente.

La visita no pasa dos veces
3I/Atlas ya ha pasado su punto más cercano al Sol y se dirige inexorablemente de regreso al vacío del espacio interestelar, fuera del alcance humano y de nuestras sondas.
Estas imágenes del Hubble son, por lo tanto, la última y única oportunidad que tendremos de extraer información de esta cápsula del tiempo alienígena. Es un recordatorio de que nuestro sistema solar es solo un pequeño puerto de paso en la vasta y misteriosa autopista de la Vía Láctea.

