¿Te imaginás a Elon Musk y Mark Zuckerberg compartiendo acciones de OpenAI como dos amigos en una startup universitaria? Bueno, eso casi sucede. Según documentos recién salidos del horno judicial, Musk propuso al CEO de Meta sumarse a una operación millonaria para comprar OpenAI.
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Pero la historia, como todo lo que rodea al magnate de Tesla, se pone bastante más jugosa.
De acuerdo a Bloomberg, Musk andaba buscando quién lo acompañara en su idea de adquirir OpenAI, y en esa lista de aliados potenciales estaba nada menos que Mark Zuckerberg. La oferta en juego ascendía a unos 97.400 millones de dólares, cifra digna de película de ciencia ficción… o de una reunión de accionistas tech.
La carta nunca llegó (ni a firmarse)
Meta y Zuckerberg no mordieron el anzuelo. Aunque fueron considerados como posibles inversores, nunca firmaron la carta de intención. Finalmente, la junta directiva de OpenAI rechazó la propuesta en febrero de este año, y la operación quedó en el limbo de las cosas que podrían haber sido.
Pero eso no detuvo a Musk, quien siguió adelante con sus demandas contra OpenAI, alegando que la empresa se desvió de su misión original: “beneficiar a la humanidad”. Y aquí viene el giro dramático: los documentos muestran que él mismo buscaba un acuerdo con otro gigante tecnológico. Sí, el mismísimo Meta.
El juez no se lo olvida
El juez del caso ya había señalado que Musk había intentado convertir OpenAI en una empresa con fines de lucro antes. Esta nueva información refuerza esa narrativa y le puede complicar aún más el panorama legal. ¿Ironías del destino? Bastantes.
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“Es contradictorio criticar el acuerdo con Microsoft mientras buscás tu propio socio gigante”, podría resumir la posición del tribunal. Y no les falta lógica.
Meta: “No tenemos nada que ver con eso”
En los documentos más recientes, OpenAI pide al juez que obligue a Meta a entregar cualquier conversación con Musk sobre la compra. Desde Meta respondieron con un diplomático “nosotros no fuimos”, asegurando que no hubo ninguna participación ni registro de coordinación.
Esto ya no es solo una pelea de IA
Todo esto se ha convertido en una especie de culebrón judicial con toques de distopía tecnológica. Desde que Musk salió de OpenAI tras desacuerdos internos, montó su propia empresa, xAI, y no ha dejado de lanzar indirectas, demandas y modelos open-source como Grok.
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OpenAI, por su parte, no se queda atrás: exploran crear su propia red social para competir con X, la plataforma de Musk. Es decir, la batalla ya no es solo sobre quién tiene el mejor modelo de lenguaje… sino quién controla el ecosistema completo.