¿Vale la pena enviarnos a Marte sin saber si vamos a volver radiados como palomitas? Mejor que lo prueben los ratones. Literalmente.
Mientras tú estabas viendo series o quejándote del clima, Rusia lanzó una nave llena de ratones, moscas y microorganismos al espacio. ¿La misión? No es ciencia ficción: quieren entender cómo la microgravedad y la radiación cósmica afectan a los seres vivos.
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Porque antes de enviar humanos a Marte, mejor comprobar qué nos pasaría… pero sin arriesgar el pellejo humano (por ahora).
El nuevo “Gran Hermano” espacial
Desde el cosmódromo de Baikonur despegó la misión Bion-M No. 2, con una tripulación sacada del arca de Noé versión cósmica: 75 ratones, más de mil moscas de la fruta, cultivos celulares, microbios y hasta semillas de plantas.
Todos ellos estarán un mes orbitando la Tierra, expuestos a una radiación que haría llorar a los astronautas de la Estación Espacial Internacional.
La nave orbita de polo a polo para maximizar esa exposición, como si quisiera asegurarse de que los ratones no se escapen de ninguna partícula cósmica.
Hotel cinco estrellas para roedores
No creas que los ratones viajan como en el metro en hora pico. Cada uno tiene su mini hotel espacial con comida, luz, ventilación y servicio de limpieza. Algunos llevan chips implantados para que los científicos puedan monitorear su salud en tiempo real. Y no, no hay spa ni minibar (todavía).
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Están divididos en tres grupos: unos se quedan tranquilos en la Tierra, otros en laboratorio con el mismo “cuartito espacial”, y el tercer grupo —los más valientes— viaja al espacio. Así se puede comparar qué les hace daño: si el espacio, el encierro o simplemente el estrés de no saber si volverán.
¿Por qué usar ratones? Porque son como nosotros (más de lo que creemos)
Genéticamente, los ratones se parecen mucho a los humanos, y además envejecen rápido, comen poco y se adaptan fácilmente. Y lo más importante: son muy sensibles a la radiación, lo que los convierte en los cobayos perfectos para anticipar los efectos que podríamos sufrir en un viaje a Marte.
Esto también sirve para nosotros (aunque no viajemos)
La radiación cósmica puede dañar el ADN, aumentar el riesgo de cáncer y acelerar el envejecimiento. Así que los científicos quieren probar desde escudos protectores hasta fármacos que podrían evitar esos efectos.
Además, los resultados podrían ayudar a tratar osteoporosis o sarcopenia, que son problemas aquí mismo, en la Tierra.
No solo hay ratones: también hay piedras lunares y ciencia geológica
En la nave viajan 16 tubos con polvo y rocas lunares simulados, para ver cómo les afecta el espacio. Porque si algún día queremos construir una base lunar, más vale saber si el suelo se desintegra con el primer rayo cósmico.
Continuando el legado... con más radiación
La primera Bion-M voló en 2013, pero esta vez la órbita tiene más inclinación, lo que significa más radiación. Perfecto para el estudio, no tanto para los ratones (esperemos que no lo sepan).
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Ah, y si pensabas que esto era nuevo, ya se ha probado antes la fertilidad espacial, se han enviado embriones de ratón y se ha explorado si se puede procrear en gravedad cero. Spoiler: no es fácil.