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Opinión: Y usted, ¿tiene calle?

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De repente, tener calle se ha convertido en sinónimo de ser una especie de “controlador”. Controlador, en el sentido fantástico que se le otorga a creer dominar las mañas, los trucos y los espacios en donde se puede tranzar con lo oculto de la calle iluminada. La calle, lejos de ser una experiencia abundante de vida andada, explorada y bien vivida, se transforma (con esta nueva concepción) en un limitado y reducido capital  de creer que se domina la vida, porque se controla un pequeño terreno.

“La calle hay que caminarla”, diría mi tío. Cosa que repetía cada día que se subía a su camión y cruzaba la tierra. La calle hay que vivirla y aprender de ella, le sumo yo. No como un espacio que nos pertenece o tenemos que defender, sino como un lugar común con todos los demás que la caminan.

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Una vida bien vivida lleva calle. Calle de explorar con respeto sus límites, sus pares, sus salidas de emergencia, sus peatones y sus vehículos. La calle es parte del aprendizaje de vivir conscientes de que hay gente alrededor que la vive también y, por consiguiente, que hay una relación potente entre el esfuerzo de trabajarla y la recompensa de conocerla.

Algunos le llaman calle a haber estado en la cárcel, cargado pistolas o simplemente creer “controlar” un pequeño espacio que fuera de esos límites  “imaginarios” territoriales no significa nada. A lo que respondo, calle es saber reconocer esos espacios “no iluminados”, respetarlos, evitarlos y contribuir a transformarlos. Calle es valorar a todos los que son parte de ella y  saber intercambiar miradas de reconocimiento mutuo.

Tener calle no tiene nada que ver con lo que se tiene en el bolsillo, en la cintura o en la cartera. Calle es respeto al otro, consideración al tiempo, a los años.  No se gana la calle, se aprende de ella. Si hay algo que se tiene de la calle es que no se la tiene, solo se la imagina.  Vivir en un país donde la calle se ha transformado en una especie de capital ridículo que convierte a ciudadanos irresponsables en personajes respetables por su supuesto “control”  me hace reflexionar al respecto. En nuestro país, la calle es trabajo y viene de todos aquellos que sudan en ella, con respeto y con mirada amplia.

Ser un hombre o una mujer con calle no es ser un “controlador”, sino una invitación a ser un mejor  peatón. ¡Anda, camínala! Después contesta… y usted, ¿tiene calle?

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