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Echar de menos y echar de más

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¿Alguna vez ha echado a alguien de más? No lo creo. A la gente (no a toda) la echamos de menos, nunca de más.

Podemos echar de más algún ingrediente en el guiso, o incluso de menos; pero, cuando se trata de seres humanos, NUNCA echamos de más.

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Nos dice Grijelmo que echar de menos posee un significado estable, es decir, que funciona como algo unitario en contextos específicos, como el anterior. Es decir, que “el significado del conjunto no es la suma de los significados propios de estas palabras”. Esto es lo que conocemos como una locución verbal, siempre y cuando su significado sea estable.

En cambio, si es una perífrasis verbal, el verbo puede intercambiarse por otro que signifique lo contrario.

Grijelmo nos presenta los siguientes ejemplos: voy a trabajar / voy a descansar; puede llover / puede escampar. Sucede, pues, que la lengua tiene sus vericuetos.

Por eso, nunca diremos hace sobra, pero sí hace falta; lo has echado a ganar, en vez de lo has echado a perder, o vaya usted a desconocer, en vez de vaya usted a saber.

Ya ve, nunca se echa de más a un ser querido. Eso sí, cuidado con la sal, que esa sí se puede echar de más y arruinar su cena.

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